
El día que te besé…
Diane Di Prima
El día que te besé, la última cucaracha se murió. Las Naciones Unidas
abolieron todas las cárceles. El papa admitió a Jean Genet como miembro del Colegio de Cardenales. La Fundación Ford, con gasto enorme, reconstruyó la ciudad de Atenas.
El día que hicimos el amor, el dios pan volvió a la Tierra, Eisenhower dejó
de jugar al golf. Los supermercados vendieron mariguana. Y Apolo leyó poemas en el parque Union Square.
El día que retozaste en mi cuerpo las bombas se disolvieron.
Trad. José Vicente Anaya
“Porque en la generación del beat también hubo mujeres. Y también hubo poemas de amor.”
NAYELI GARZA
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Un hemisferio en una cabellera
Charles Baudelaire
Largamente déjame respirar el olor de tu cabello, largamente; sumergir en él mi rostro como un sediento en el agua de una fuente y agitarlo con mi mano como un pañuelo aromático para sacudir recuerdos en el aire.
¡Si supieras todo lo que veo, todo lo que huelo, todo lo que oigo en tus cabellos! Mi alma viaja en el perfume como el alma de los demás viaja en la música.
Tu cabello contiene todo un sueño, lleno de velámenes y mástiles; contiene grandes mares cuyos monzones me trasladan a climas encantadores, donde el espacio es más azul y más profundo, donde las frutas, las hojas y la piel humana perfuman la atmósfera.
En el océano de tu cabellera entreveo un puerto en el que hormiguean cantos melancólicos, hombres vigorosos de todas las naciones y navíos de todas las formas posibles cuyas finas y complicadas arquitecturas se recortan sobre un cielo inmenso en el que se tiende el eterno calor.
En las caricias de tu cabellera vuelvo a encontrarme con las languideces de largas horas pasadas en un diván, en el camarote de una hermosa nave, mecidas por el vaivén imperceptible del puerto, entre macetas con flores y cántaros refrescantes.
En el ardiente hogar de tu cabellera respiro el olor a tabaco mezclado con opio y con azúcar; en la noche de tu cabellera veo resplandecer el azul tropical; en las orillas aterciopeladas de tu cabellera me embriago con olores combinados de alquitrán, musgo y aceite de coco.
Déjame morder largamente tus trenzas negras y pesadas. Cuando mordisqueo tus cabellos elásticos y rebeldes creo estar comiendo recuerdos.
Trad. Luis Vicente de Aguinaga
“Más que un poema de amor, “Un hemisferio en una cabellera” es un poema de voluptuosidad y placer físico. ¿Debo decir más bien que un poema de amor puede conformarse tranquilamente con ser eso? La recreación sensual en el aroma del pelo, nido en el que se combinan la frescura de una fuente y el calor de una chimenea, conduce a Baudelaire a la rememoración de una travesía marítima cargada de fragancias, humos, voces, pulpas, temperaturas, ebriedades y perezosos vaivenes. Para el poeta, en el perfume acogedor del cabello cabe todo un hemisferio del mundo. El amor, al que no menciona, es ese lugar distante, pero no inaccesible, al que viaja el alma, pasajera de los olores; ese lugar en el que la memoria se refugia entre sensaciones, caricias, goces de distintas formas y texturas.”
LUIS VICENTE DE AGUINAGA
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Amor a primera vista
Wislawa Szyborska
Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.
Imaginan que como antes no se conocían
no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?
Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún «lo siento»
o el sonido de «se ha equivocado» en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.
Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?
Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.
Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.
“Me encanta este poema porque describe un poco mi situación personal respecto al amor. Les cuento. No sé si exista el amor a primera vista, sea la casualidad o el destino, pero desde que vi, hace 20 años, a mi hoy esposo, hicimos el llamado clic; a veces hablamos sobre las ocasiones que nos habremos encontrado sin darnos cuenta, si nos conocimos en otra o en otras vidas y de cómo es que coincidimos (o por qué) en ésta. Nunca llegamos a una respuesta lógica. Creo que a la mayoría nos ha pasado algo así con el amor hacia una pareja, una amistad o con alguien de nuestra familia. En fin, como dice Wislawa: ‘Todo principio no es más que una continuación, y el libro de los acontecimientos [del amor] se encuentra siempre abierto a la mitad’.”
SONIA IBARRA VALDEZ
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Amemos y vivamos…
Catulo
Amemos y vivamos, Lesbia mía,
y nos importe menos que un centavo
lo que digan los viejos enojones.
El sol puede morir y renacer, pero nosotros,
cuando nuestra breve luz se apague,
tendremos que dormir la noche eterna.
Dame mil besos, luego dame cien;
después dame otros mil, de nuevo dame cien,
después hasta otros mil y luego cien.
Y luego, cuando hayamos hecho muchos miles,
opaquemos la cifra hasta perderla
y no pueda embrujarnos algún malo
cuando sepa qué tanto hubo de besos.
Trad. Luis Flores Romero
Los tres mil trescientos besos de Catulo
“Este poema de Catulo es una extraña forma de la perpetuidad del tiempo, quizás algo parecido a la eternidad. Se escribió hace más de dos mil años, en una lengua que se extinguió, en un contexto sociocultural que también ha dejado de existir, en un imperio que se pensaba habría de durar por siempre y ya tiene siglos de haber colapsado. Pero el poema todavía está vivo y celebra la anulación del tiempo cuando el amor se expresa en besos incontables. Catulo es consciente de su finitud: el sol muere y renace, pero él y su amada sólo tienen una vida; ante esa fugacidad humana, ¿qué hacer? ¿De qué nos arrepentiremos cuando debamos dormir la noche eterna? Quizás lamentemos no haber besado lo suficiente.”
LUIS FLORES ROMERO
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El amor después del amor
Derek Walcott
Llegará el día
en que, exultante,
te vas a saludar a ti mismo al llegar
a tu propia puerta, en tu propio espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.
Otra vez amarás al extraño que fuiste para ti.
Dale vino. Dale pan. Devuélvele el corazón
a tu corazón, a ese extraño que te ha amado
toda tu vida, a quien ignoraste
por otro, y que te conoce de memoria.
Baja las cartas de amor de los estantes,
las fotos, las notas desesperadas,
arranca tu propia imagen del espejo.
Siéntate. Hoy hay fiesta en tu vida.
Trad. Hernán Bravo Varela
“Es amor la paz y el tiempo que se necesita para saberse sentar con uno mismo y disfrutar también del silencio. En lo callado se aman las cosas, las personas y al mismo amor.”
MARÍA CHOZA
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V
Francisco Hernández
Afra, ¿por qué no me devuelves los ojos?
Los tienes metidos en el sexo o encerrados en una maceta
o flotando dentro de una botella de arak.
A veces, siento cómo los sacas de esos lugares y los besas,
los muerdes, los arrojas al patio y permites
que el gallo blanco los haga saltar a picotazos.
Algún día los dejarás en la basura.
Entonces volveré a ver el mundo como es y mi corazón
recobrará la paz.
«Francisco Hernández suele ponerse máscaras. Acá se pone la de Georg Trakl, poeta nacido en Salzburgo en 1887 y muerto en Grodek en 1914 debido a una sobredosis de cocaína y cuyos restos nadie acompañó al cementerio y cuya estancia en la tierra estuvo enamorado de su hermana.»
FABRICIO GUTIÉRREZ
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La enamorada
Paul Éluard
Ella vive de pie sobre mis párpados
Sus cabellos están entre los míos
Tiene la forma exacta de mis manos
Y el color de mis ojos que la miran
Ella se hunde entre mi propia sombra
Como una piedra en el azul del cielo.
Ella tiene los ojos siempre abiertos
Y me impide dormir con su mirada
A plena luz sus sueños luminosos
Hacen evaporar todos los soles
Sus sueños me hacen sollozar reír
Y hablar sin tener nada que decir…
“Este poema amoroso es uno de mis favoritos del surrealismo sobre todo por los últimos dos versos. Creo que ese cierre es de los más bonitos de toda la poesía. De hecho, fue por esta composición que me forcé a aprender francés y a hacer mis tesis sobre poesía, porque la delicadeza de Éluard para explicar la fragilidad y vulnerabilidad que se padece durante el enamoramiento me conmueven siempre que lo vuelvo a leer.”
CITLALY AGUILAR
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Distancia justa
Cristina Peri Rossi
En el amor, y en el boxeo
Todo es cuestión de distancia
Si te acercas demasiado me excito
Me asusto
Me obnubilo digo tonterías
Me echo a temblar
Pero si estás lejos
Sufro entristezco
Me desvelo
Y escribo poemas.
“El amor es una metáfora de cualquier cosa. Todo en esta vida es comparable al amor, porque el amor es el sentimiento primordial, nos lleva desde la locura serotónica al vacío más oscuro. Nos hace estar vivos. Es un jab o un gancho que hace correr la realidad o de manera acelerada (como espectadores del boxeo) cuando estamos profundamente enamorados o de manera lenta y agónica (como boxeadores en el cuadrilatero).”
ALBERTO AVENDAÑO
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¿Cuál es la mujer que recordamos…
Rubén Bonifaz Nuño
¿Cuál es la mujer que recordamos
al mirar los pechos de la vecina
de camión; a quién espera el hueco
lugar que está al lado nuestro, en el cine?
¿A quién pertenece el oído
que oirá la palabra más escondida
que somos, de quién es la cabeza
que a nuestro costado nace entre sueños?
Hay veces que ya no puedo con tanta
tristeza, y entonces te recuerdo.
Pero no eres tú. Nacieron cansados
nuestro largo amor y nuestros breves
amores; los cuatro besos y las cuatro
citas que tuvimos. Estamos tristes.
Juntos inventamos un concierto
para desventura y orquesta, y fuimos
a escucharlo serios, solemnes,
y nada entendimos. Estamos solos.
Tú nunca sabrás, estoy cierto,
que escribí estos versos para ti sola;
pero en ti pensé al hacerlos. Son tuyos.
Ustedes perdonen. Por un momento
olvidé con quién estaba hablando.
Y no sentí el golpe de mi ventana
al cerrarse. Estaba en otra parte.
“Este es un poema de desamor, lamentablemente hay personas que, producto tal vez de la mala educación, nos pasamos la vida buscando lo imposible como tontos románticos que no entienden la realidad, como seres destructivos y horribles. Para mí el amor de pareja es un presentimiento frágil, una habitación de ecos que ensordecen. Aunque no así el amor de madre ni el de los amigos, por fortuna.”
MAYRA MACÍAS
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Porque sueño…
Kennet Rexroth
Porque sueño
contigo cada noche
mis solitarios días
son solo sueños.
“Nada le falta: alquimia cósmica del eros. Pertenece a The love poems of Marichiko, escritos originalmente en japonés por el álter ego femenino de Rexroth. Marichiko reúne e invierte en cuatro delicados versos a Chuang Tzu y a Shakespeare, a la repentina iluminación del kensho y a la analogía occidental vida/ sueño. ‘Because I dream / Of you every night,/ My lonely days / Are only dreams/’.”
JAVIER ACOSTA
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Nocturno de la alcoba
Xavier Villaurrutia
La muerte toma siempre la forma de la alcoba
que nos contiene.
Es cóncava y oscura y tibia y silenciosa,
se pliega en las cortinas en que anida la sombra,
es dura en el espejo y tensa y congelada,
profunda en las almohadas y, en las sábanas, blanca.
Los dos sabemos que la muerte toma
la forma de la alcoba, y que en la alcoba
es el espacio frío que levanta
entre los dos un muro, un cristal, un silencio.
Entonces sólo yo sé que la muerte
es el hueco que dejas en el lecho
cuando de pronto y sin razón alguna
te incorporas o te pones de pie.
Y es el ruido de hojas calcinadas
que hacen tus pies desnudos al hundirse en la alfombra.
Y es el sudor que moja nuestros muslos
que se abrazan y luchan y que, luego, se rinden.
Y es la frase que dejas caer, interrumpida.
Y la pregunta mía que no oyes,
que no comprendes o que no respondes.
Y el silencio que cae y te sepulta
cuando velo tu sueño y lo interrogo.
Y solo, sólo yo sé que la muerte
es tu palabra trunca, tus gemidos ajenos
y tus involuntarios movimientos oscuros
cuando en el sueño luchas con el ángel del sueño.
La muerte es todo esto y más que nos circunda,
y nos une y separa alternativamente,
que nos deja confusos, atónitos, suspensos,
con una herida que no mana sangre.
Entonces, sólo entonces, los dos solos, sabemos
que no el amor sino la oscura muerte
nos precipita a vernos cara a los ojos,
y a unirnos y a estrecharnos, más que solos y náufragos,
todavía más, y cada vez más, todavía.
“Podría citar versos cuya belleza resulta innegable cuando se trata del desamor o la ausencia, fragmentos, sin embargo, sobreviven a la memoria y emoción en cada lectura: sonoridad, ritmo e imagen imperturbables y exactos, como estatua en medio del cementerio; no un poema, sino el inseparable pacto entre el sueño, la muerte y el amor en la poética de Xavier Villaurrutia.”
VERÓNICA G. ARREDONDO
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Exilio
Jorge Fernández Granados
Algún día estaré contigo donde un ala
sea la errante evidencia del milagro,
en una patria que el viento dispersó,
una tierra que nos vio caer
para olvidarnos.
Algún día despertaremos ahí,
a un lado de la luz, como los pájaros,
tal vez viajeros en la niebla
con una rama de olivo entre los dedos,
cansados de esperar, obedecer y morir,
salvajes como el dios de nuestra infancia.
Algún día, cuando la maldición del tiempo se termine,
tocará nuestra frente el agua del umbral perdido.
Ese día estaremos de regreso.
“Más allá de sus connotaciones bíblicas (el mito del Génesis), este hermoso poema de Jorge Fernández Granados queda resonando en la memoria porque, pienso, impone la piedra del amor sobre la piedra del tiempo, de la muerte, de ese tú que es yo en las manos del polvo. El amor como fundamento, flor edénica, umbral de la inocencia al que habremos del volver para encontrarnos.”
IBÁN DE LEÓN
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El testigo
Idea Vilariño
Yo no te pido nada
yo no te acepto nada.
Alcanza con que estés
en el mundo
con que sepas que estoy
en el mundo
con que seas
me seas
testigo juez y dios
Si no para qué todo.
“Porque cuando amas a alguien basta con saberlo en el mundo y ser testigos mutuos, uno del otro: reflejos enamorados y ‘si no para qué todo’.”
KAREN SALAZAR MAR
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Canto II (Altazor)
Vicente Huidobro
Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma
Al irte dejas una estrella en tu sitio
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro
¿Qué combate se libra en el espacio?
Esas lanzas de luz entre planetas
Reflejo de armaduras despiadadas
¿Qué estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?
En dónde estás triste noctámbula
Dadora de infinito
Que pasea en el bosque de los sueños
Heme aquí perdido entre mares desiertos
Solo como la pluma que se cae de un pájaro en la noche
Heme aquí en una torre de frío
Abrigado del recuerdo de tus labios marítimos
Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera
Luminosa y desatada como los ríos de montaña
¿Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos?
Te pregunto otra vez
El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos
En la ofensiva alada vencedora segura con orgullos de flor
Te hablan por mí las piedras aporreadas
Te hablan por mí las olas de pájaros sin cielo
Te habla por mí el color de los paisajes sin viento
Te habla por mí el rebaño de ovejas taciturnas
Dormido en tu memoria
Te habla por mí el arroyo descubierto
La yerba sobreviviente atada a la aventura
Aventura de luz y sangre de horizonte
Sin más abrigo que una flor que se apaga
Si hay un poco de viento
Las llanuras se pierden bajo tu gracia frágil
Se pierde el mundo bajo tu andar visible
Pues todo es artificio cuando tú te presentas
Con tu luz peligrosa
Inocente armonía sin fatiga ni olvido
Elemento de lágrima que rueda hacia adentro
Construido de miedo altivo y de silencio.
Haces dudar al tiempo
Y al cielo con instintos de infinito
Lejos de ti todo es mortal
Lanzas la agonía por la tierra humillada de noches
Sólo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad
He aquí tu estrella que pasa
Con tu respiración de fatigas lejanas
Con tus gestos y tu modo de andar
Con el espacio magnetizado que te saluda
Que nos separa con leguas de noche
Sin embargo te advierto que estamos cosidos
A la misma estrella
Estamos cosidos por la misma música tendida
De uno a otro
Por la misma sombra gigante agitada como árbol
Seamos ese pedazo de cielo
Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa
La aventura del planeta que estalla en pétalos de sueño
En vano tratarías de evadirte de mi voz
Y de saltar los muros de mis alabanzas
Estamos cosidos por la misma estrella
Estás atada al ruiseñor de las lunas
Que tiene un ritual sagrado en la garganta
Qué me importan los signos de la noche
Y la raíz y el eco funerario que tengan en mi pecho
Qué me importa el enigma luminoso
Los emblemas que alumbran el azar
Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos
Qué me importa ese miedo de flor en el vacío
Qué me importa el nombre de la nada
El nombre del desierto infinito
O de la voluntad o del azar que representan
Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis
O banderas de presagio y de muerte
Tengo una atmósfera propia en tu aliento
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas
Con su propio lenguaje de semilla
Tu frente luminosa como un anillo de Dios
Más firme que todo en la flora del cielo
Sin torbellinos de universo que se encabrita
Como un caballo a causa de su sombra en el aire
Te pregunto otra vez
¿Irías a ser muda que Dios te dio esos ojos?
Tengo esa voz tuya para toda defensa
Esa voz que sale de ti en latidos de corazón
Esa voz en que cae la eternidad
Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes
¿Qué sería la vida si no hubieras nacido?
Un cometa sin manto muriéndose de frío
Te hallé como una lágrima en un libro olvidado
Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho
Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan
Traes en ti el recuerdo de otras vidas más altas
De un Dios encontrado en alguna parte
Y al fondo de ti misma recuerdas que eras tú
El pájaro de antaño en la clave del poeta
Sueño en un sueño sumergido
La cabellera que se ata hace el día
La cabellera al desatarse hace la noche
La vida se contempla en el olvido
Sólo viven tus ojos en el mundo
El único sistema planetario sin fatiga
Serena piel anclada en las alturas
Ajena a toda red y estratagema
En su fuerza de luz ensimismada
Detrás de ti la vida siente miedo
Porque eres la profundidad de toda cosa
El mundo deviene majestuoso cuando pasas
Se oyen caer lágrimas del cielo
Y borras en el alma adormecida
La amargura de ser vivo
Se hace liviano el orbe en las espaldas
Mi alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos
(Reconozco ese ruido desde lejos)
Cuando las barcas zozobran y el río arrastra troncos de árbol
Eres una lámpara de carne en la tormenta
Con los cabellos a todo viento
Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueños
Mi alegría es mirarte solitaria en el diván del mundo
Como la mano de una princesa soñolienta
Con tus ojos que evocan un piano de olores
Una bebida de paroxismos
Una flor que está dejando de perfumar
Tus ojos hipnotizan la soledad
Como la rueda que sigue girando después de la catástrofe
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua
Y te quedas suspensa largo rato
Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar
Nada tiene entonces semejante emoción
Ni un mástil pidiendo viento
Ni un aeroplano ciego palpando el infinito
Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento
Ni el arco-iris con las alas selladas
Más bello que la parábola de un verso
La parábola tendida en puente nocturno de alma a alma
Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos
Con la cabeza levantada
Y todo el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la montaña
Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma
Que un faro en la neblina buscando a quien salvar
Eres más hermosa que la golondrina atravesada por el viento
Eres el ruido del mar en verano
Eres el ruido de una calle populosa llena de admiración
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas.
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento de océano ondula tus pupilas
Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire
Y ese mirar que escribe mundos en el infinito
Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad
Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados
Y esos párpados donde vienen a vararse las centellas del éter
Y ese beso que hincha la proa de tus labios
Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida
Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho
Dormido a la sombra de tus senos
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Qué sería del universo?
“En una divinización a la mujer, Vicente Huidobro realiza un entreacto para la ascendencia de Altazor a lo infinito. Esta infinitud que busca la poesía se logra gracias al amor.”
EZEQUIEL CARLOS CAMPOS