
Aviso:
El presente artículo, si bien hablará de una película de culto; expone SPOILERS vastos de la película “La tumba de las luciérnagas.»
Por su atención, gracias.
JESÚS PABLO MARTÍNEZ RODRÍGUEZ
Ladies and gentlemen, en esta ocasión reseñaré esta película desgarradoramente real como si fuera un cuento. Espero les guste:
Japón, 1945.
¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH! —gritaban, doloridos y exasperados; Setsuko y Seita, 2 hermanos japoneses que, si bien los separaba la edad de forma abismal, los unía las ganas que ambos tenían de ser felices.—
¡Mamá! ¡NOOOOOOO! —los jóvenes comenzaron a sollozar, aparentemente, sin remiendo alguno. Habían perdido a su madre en un lamentable bombardeo a su ciudad.—
—Estamos perdidos, Setsuko… lo único que podemos pensar como solución es trascender a otro plano existencial…
—¿Otro plano existencial? ¿Qué es eso, Seita? —diría la pequeña niña, extrañada. Sólo había pureza e inocencia dentro de sí.—
—Olvídalo.
El agotamiento existencial agobiaba a Seita, pero no se iba a rendir, ¿o sí?
—¡NO, NARRADOR, NO! Jamás me rendiré. Jamas m-me… —comenzó a llorar Seita, sintiéndose perdido en un mundo que quizá no tenía el tiempo para que lo encontrasen. ¿Qué podíamos hacer?—.
Tras una incansable búsqueda y después de que los familiares los echaran de casa, Seita encontró un refugio… aparentemente.
—Aquí permaneceremos, Setsuko. Haré todo lo p-posible para que seas feliz, ¿sí?
—Sí, Seita, ¡gracias! —la niña trataba de ser feliz, y lo lograba excelentemente.—
Las noches sombrías las iluminaban por un instante un puñado de luciérnagas. Hacían feliz a Setsuko, y a Seita también. ¿O no?
Seita estaba en un grave problema: la desnutrición y la pobreza consumían poco a poco sus vidas, tanto de Setsuko, como de él.
Seita sólo quería proteger, a como dé lugar; a capa y espada, a su hermanita Setsuko del mundo tan atroz que les tocó vivir. Un mundo que, aunque todos estaban luchando y todos estaban expectantes, para mal, se sentía desolado. El mundo de la desazón, de la sin razón y de la no explicación.
Y entonces, con todo el miedo del mundo cargado en su mochila; Seita siguió su camino. Ya no le importaba su bienestar, sólo importaba ella. Su hermanita, su razón de vivir.
Y entonces hice una comparación. ¿Comparación para qué? —te preguntarás.— Pues, es muy fácil explicarlo. Hice comparación de estar pescando en un mar donde no hay peces. Estar en unos huertos de maíz en el año de la escasez.
Pues así me pasaba —pronunció Seita, con lágrimas en los ojos.— Solamente buscaba comida, y terminaba encontrando… nada.
No sabía qué hacer. Sólo esperar resignado a que ambos trascendieramos a otro plano, a que siguiéramos brillando con las luciérnagas.
Y así fue.
Un día cualquiera, sucedió lo peor:
¡NOOOOOOOO! ¡SETSUKO, HERMANITA! —sollozaba Seita, mirando atónito y con los ojos en blanco a su hermanita falleciendo. Había acaecido, finalmente, la tragedia. Setsuko había muerto de desnutrición.—
Y entonces…
Yo me fui con ella. No pude superar la desnutrición, la pobreza.
Y tampoco pude erradicar las guerras. Seguimos luchando, y espero que pronto acabe esto.
¿Fin?