ENRIQUE GARRIDO
¿Cuánto pesa el cielo? ¿Existirá una columna que pueda sostenerlo? En la mitología griega se cuenta que Atlas, hermano de quien nos dio el fuego, Prometeo, lideró la rebelión de los Titanes en contra de Zeus, y como castigo fue condenado a sostener el cielo por la eternidad. Por el gran peso que ello implica, la primera vértebra cervical de la columna vertebral lleva su nombre. Conectada con más de 100 músculos, más de 100 articulaciones y más de 200 ligamentos se trata de la estructura central de soporte del cuerpo.
Al llegar a cierta edad, los achaques apremian, y, en mi caso, es el dolor de columna. Decía Jorge Ibargüengoitia que escribir una columna equivalía a poner un huevo de manera semanal. Y sí, uno se sienta y puja, y puja hasta que saca un texto que considera medianamente bueno, vamos, que haga un buen caldo de la vida. Y luego llegan los mensajes donde te dicen que eres complejo y con referencias oscuras, otros, que tus reflexiones son tan caseras y convencionales, también los hay con palabras bellas (que atesoro mucho, como los mensajes privados que me llegan comentando o recomendando lecturas o películas), pero siempre hay que buscar expresar nuestra voz. La gran Valeria Luiselli decía que “la columna es un compromiso con un espacio […] El columnista intenta recoger los malestares generales de la época sin ceder a la presión de opinar lo mismo que la mayoría; sin sucumbir a la tentación vanidosa de recibir aplausos (likes, retuits) a cambio de sus opiniones”.
Y es que surge la tentación de emitir el juicio rápido, la opinión inmediata, aunque no informada o pensada. En un mundo donde la sobreinformación abunda, donde las voces “autorizadas” no pueden dejar de emitir juicios como si de respirar se tratara, vale la pena esperar, o al menos hablar de otros asuntos. Cuando me preguntan: “¿De dónde sacas tantos temas?”, siempre respondo que soy un cúmulo de datos inútiles que esperan a ser escritos.
Poco a poco este espacio ha adquirido público, además de permitirme conocer a gente increíble. Ya sea de otros estados, incluso fronteras, hay personas que piensan igual que yo, situación que confirmé gracias a esta columna que inició como un ejercicio de escritura y que cumple con ciertos requisitos, como establecer relaciones entre temas aparentemente lejanos; es decir, se escribe bajo el principio de la metáfora, o poesía, como quieran verlo, lo que puede lucir pretencioso, pero al menos no se queda en la superficialidad de las cosas.
Volvamos con Luiselli, quien escribió una columna llamada “Cartas desde Harlem”, y que reflexiona acerca de la labor de los columnistas: “la columna se escribe con el mundo a cuestas para, como la piedra de Sísifo, volverse a escribir la semana próxima. La columna es un desvelo muy mal remunerado. Una intervención trivial comparada con la de los verdaderos periodistas. Los segundos arriesgan sus vidas; los primeros, acaso, sus egos. Pero la trivialidad de la intervención del columnista nunca es excusa para una opinión frívola o irresponsable”. En efecto, no llegaremos a los niveles de los y las periodistas, los de a deveras; no esos opinadores de trajes y prejuicios, los que defienden su privilegio, que venden su opinión, los propagandistas que tanto daño hacen y han hecho. Se trata de mantener la dignidad, el mirar al futuro sin vergüenza.
En literatura se dice que siempre se regresa a los griegos, y es cierto, en su mitología, Sísifo logró burlar a la muerte en varias ocasiones. Como castigo por sus acciones, los dioses lo condenaron a empujar una enorme roca cuesta arriba por una montaña. Cada vez que estaba a punto de llegar a la cima, la roca rodaba hacia abajo, obligándolo a empezar de nuevo. No obstante, ese mito se reinterpretó por Albert Camus quien, en su ensayo El mito de Sísifo, utiliza la historia para ilustrar su concepto del absurdo. Según Camus, representa la lucha humana por encontrar sentido en un mundo irracional y sin propósito. Camus concluye que debemos imaginar a Sísifo feliz, ya que su aceptación del absurdo y su perseverancia en su tarea le otorgan una forma de libertad y dignidad, y así me gustaría que me imaginaran mientras les escribo esto. Gracias totales.