Mi nombre es Alberto Avendaño, soy coleccionista de juguetes, muy mal músico, vendedor de teléfonos, lector y, los miércoles, poeta. En realidad, no tengo mucho que decir por mi cuenta, dejemos que la conversación fluya.
El Mechero: Háblanos un poco de tus lecturas, los poetas que te gustan, y cómo influyen en tu obra.
Alberto Avendaño: Una pregunta clásica, ja, ja. Bueno, creo que mis lecturas son muy transparentes, si me han leído, en mis poemas están las lecturas que me gustan y las que no. Creo que estaría chido agregar que no sólo me influyen las lecturas, absorbo de todo, la televisión, las redes sociales, la vida cotidiana, el cine, escribo muchísimo sobre cine, la ciencia y prácticamente todo me influye. No suelo ser un poeta que narre cosas, yo hago imágenes, por eso, tal vez, no se nota que absorbo experiencias de todos lados. A veces estoy en el trabajo, alguien dice una pendejada y pienso “creo que de ahí se puede crear una buena imagen”, lo anoto y lo distorsiono a favor de mi estilo, ya sabes, gente, muerte, demonios, pájaros y así.
EM: Dices que escribes mucho sobre cine, y sabemos que publicarás un libro sobre cine de terror mexicano. Cuéntanos sobre este proyecto.
AA: Ah, sí, mi catálogo de cine de horror mexicano. No es sólo terror, es horror, porque creo la palabra “horror” engloba más cosas. Básicamente pasé dos años viendo películas mexicanas de lo que yo considero horror, desde las clásicas de Taboada, ya sabes, Veneno para las hadas, Hasta el viento tiene miedo, El libro de piedra, pasando por Buñuel, contemporáneos como Isa Vega o Lex Ortega, que ese cabrón para mí fue toda una revelación del gore mexa en el cien, el vato le sabe. Entonces, veía las películas y, como te decía anteriormente, distorsioné todo, ja, ja. Por ejemplo, no sé si has visto La región salvaje, de Amat Escalante, que es una onda como de entre Hokusai y Jaime Mausán, pues de eso película salió un haikú. Me gustó mucho el ejercicio, como te digo, no soy un poeta de contar cosas, yo no cuento anécdotas, yo hago imágenes.
EM: ¿Cómo es tu relación con otros poetas?
AA: Creo que nomás le caigo mal a los malos y a los anticuados, ja, ja. Fuera de broma, bien, creo me llevo chido con casi todos los que conozco. En realidad, no soy una figura importante, así como para que se me dé relevancia, supongo que la mayoría ni me topa.
EM: ¿Consideras que haya mucha relación entre el mundo del tatuaje y lo que escribes?
AA: Algo, también he escrito varios poemas sobre tatuaje y modificación corporal. El mundo del body mod es algo que siempre me ha gustado, mis primeros deseos de estar tatuado los tuve a la edad de mi hija (9 años), siempre compraba tatuajes de los que se ponen con agua y me imaginaba con la panza llena de tatuajes reales. Mi primer tatuaje me lo hice a los 14 años y ahora, desde hace mucho, me estoy haciendo un body suite, que es un tatuaje de cuerpo completo, menos la cara. Yo soy mis tatuajes, y mis poemas soy yo, así que somos un todo con la oscuridad.
EM: ¿También dirías que hay relación de lo que escribes con el coleccionismo?
AA: ¡Claro!, también he escrito poemas sobre el tema. Verás, yo considero que coleccionar cosas es algo patológico, o sea, pago mucho dinero por monos de plástico, si no estoy enfermo entonces estoy pendejo. Todo lo patológico es perfecto para sacarlo en literatura. Mucha gente dice que le gusta leer cosas bonitas, así sin violencia y que traten de sanar heridas, yo soy lo contrario, a mí me gusta lo que rasga como un bisturí la carne viva, si no me va dejar destruido y me va a llevar al límite emocional creo que lo que leo no vale la pena. Entonces, creo que desde algo que parece tan inocente, como lo es el coleccionismo, puede salir un gran vacío que nos deje secos y eso es literaturizable y, para mí, vale la pena.
EM: Para concluir, dinos: ¿para ti qué es la poesía?
AA: La pregunta más difícil de responder para cualquier poeta, ja, ja. Por eso luego se andan inventando pendejadas como la que estoy a punto de decir. La poesía es la historia espiritual de la humanidad, es la guía que tenemos para comprender nuestra evolución espiritual.
Me gustaría mandar saludos al Emperador Tigre antes de concluir. Hasta luego.