DANIELA ALBARRÁN
***Alerta de Spoilers, esto no es una reseña
1. Discusión sobre la salud mental y la escritura
Cuando le preguntan al psicólogo de Samuel Maleski si él cree que su paciente se haya suicidado, en pocas palabras él dice que no, porque el escritor ya se encontraba “bien” y que incluso había dejado la medicación; sin embargo, cuando yo escuché la discusión que tiene con la escritora (y esposa) Sandra me di cuenta de inmediato que él se había suicidado. De hecho, toda la discusión me parece un discurso de suicidio, pero durante el juicio nadie lo notó, ¿por qué no se dieron cuenta ni el psicólogo ni la jueza? Sencillo: ellos no escriben. Y es aquí cuando me gustaría aventar una pregunta que me he hecho en varias ocasiones: ¿un psicólogo/ psiquiatra “normal” puede tratar a un escritor? Me refiero a que yo de verdad creo que para tratar las enfermedades mentales de un escritor es necesario que ese psicólogo se especialice en este tipo de pacientes.
Porque quien no escribe no sabe las ganas que te da morirte cuando llevas meses o años sin poder escribir un maldito párrafo (no hablo de manera figurativa); justamente lo que dice Maleski sobre su incapacidad de escribir cuando quería hacerlo. El sentimiento de fracaso que tiene frente a él mismo por no poder escribir, por no poder desarrollar una idea literaria “genial” y que venga otra persona, o específicamente alguien que amas, que conoces íntimamente y te robe esa idea. No sé si las ideas le pertenecen a las personas, pero sí sé que necesario nombrar el origen de nuestras ideas, no se puede vivir igual después de ese sentimiento de hurto, de despojo.
2. Discusión de cuando la ficción interfiere en la vida o la vida en la ficción
Durante el juicio de Anatomía de una caída hay una parte en la que se comienza a discutir si Sandra mató a Samuel a partir de un párrafo de su libro en el que pasa algo como que la esposa mata a su esposo. El abogado comienza a argumentar que Sandra en inumerables ocasiones ha dicho que su obra, en parte, es autobiográfica. Este momento de discusión me parece hermoso y oportuno porque por una parte, creo que lo más correcto es responder que no, que la ficción no tiene nada que ver con la realidad, y que si matas a alguien en un libro, no significa que mates a alguien en la vida real.
Porque se supone que así funciona la literatura, pero sí creo que es un tema a discutir, aunque a la crítica literaria le provoque escozor porque, como bien lo dijeron en la película, es un terreno resbaladizo.
Al respecto, me gustaría decir que hace poco una persona que conozco, me contó una historia personal, en la cual su pareja era un maldito; sin embargo, como ella no podía hacerle nada, me pidió que escribiera una historia donde ella se vengara de él. Pienso en esto y creo que la ficción sí es un espacio para hacer las cosas que en la realidad no podemos hacer o incluso con las ideas en las que fantaseamos. Si volvemos a la película, no creo que Sandra lo haya matado, pero sí creo que uno de los aciertos del largometraje es poner sobre la mesa ese tema, que también he pensado durante mucho tiempo. La vida sí influye en la ficción, y viceversa, y a veces cometemos actos atroces dentro de la ficción, porque no podemos hacerlo en la vida real.
3. Apuesta por la historia
Algo que me parece increíble de la película es que sea tan buena y mantenga en vilo a los espectadores con sólo el discurso, con la narrativa. Me refiero a que cada vez acostumbramos a nuestro cerebro a concentrarnos en el discurso visual y cada vez menos en el verbal, en lo lingüístico, en las historias. Me parece un gran acierto que sea una apuesta absoluta a la historia, pues sólo son dos locaciones, los juzgados y la casa. Y visualmente, me parece que no tiene nada destacable o fuera de lo común.
4. El título
Sobra decir que el título, Anatomía de una caída, Anatomie d’une chute, ¡diosas!, qué título tan precioso porque no sólo es sobre la caída de Samuel del alfeizar, sino de la caída emocional, mental e intelectual de un escritor.