Luisa Espinosa Carmona
Recordando que este 10 de octubre celebramos el Día Mundial de la Salud Mental, me parece de gran importancia poder hablar de ésta desde una perspectiva diferente: la forma en la que nos alimentamos y las conductas que hay alrededor de ésta.
La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico.
La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes.
A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales pueden combinarse para proteger o socavar nuestra salud mental y cambiar nuestra situación respecto a la salud mental. Factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas sean más vulnerables a las afecciones de salud mental.
El cerebro humano tiene una exigencia energética alta y constante, aproximadamente el 30% de la energía que nuestro cuerpo requiere al día, por lo que un buen estado nutricional es importante y clave para contribuir a una mejor salud mental, es decir, si la calidad y sobre todo cantidad de alimentos es inadecuada podría tener un impacto negativo sobre ésta.
Es preocupante que cuando se habla de salud mental y alimentación se suele hacer desde un punto que genera más estigma en cuanto a la forma en que nos alimentamos, pues la información que se proporciona va normalmente de la mano de una restricción de alimentos que termina por generar más daño.
Cuando se trata de alimentación y cuidar la salud mental es necesario recordad lo siguiente:
- Mereces comer y disfrutar de tus alimentos.
- El comer saludable también abarca poder comer sin sentimientos de culpa.
- La comida no tiene carga moral, sólo es comida.
- El sentir hambre es completamente normal y es un indicador de que nuestro cuerpo está carente de energía, por lo que pasar hambre no es un práctica que debas mantener en tu vida, así venga disfrazada de salud.
- No existe comida buena o mala.
- No tienes que “ganarte” las calorías, el comer es necesario e indispensable.
- La estética nunca debe de estar por encima del bienestar físico, mental, económico y social.
- El pensar todo el tiempo en comida desde un lugar de preocupación y/o angustia no es algo normal.
Si te sentiste identificada o identificado con alguno de estos puntos, recuerda que pedir ayuda siempre es una opción.
Muy interesante…!!!