Alma de alambre, carne de cartón - Puntos Suspensivos Zacatecas

ÓSCAR ÉDGAR LÓPEZ
Siendo un niño aún, cuando los infantes podían salir a caminar las calles y sólo veíamos armas de fuego en los brazos esteroideos de Arnold y Silvester, di con un recinto en el que se enseñaba la técnica de la “cartonería”: una señora terminaba el pico de una gallina con los dedos cargados de engrudo y la mirada lista para el remate, un púber de mis años, había modelado la figura de un perro salchicha y procedía a poner sobre el papel un feo color verde pistache, otra joven sufría al no lograr que un pegote pareciese una guayaba; el instructor era un hombre maduro que manipulaba el alambre con habilidad y soltura, cuando notó mi presencia me dijo, sin soltar las pinzas, que me esperaría al día siguiente, me enseñaría a hacer un alebrije. La gallina-cocodrilo-mosca que logré concluir terminó tristemente desecha por una tromba que asoló el solo pueblo de Guadalupe, Zacatecas (hablo en el 1997).
A las figuras elaboradas artesanalmente con papel reciclado y Kraft, pintadas y decoradas en formas diversas en México, se les conoce como “cartonería o juguetería de cartón” no confundir con el “papel maché” que es pasta de papel modelada. La técnica llegó a México con los evangelizadores, quienes enseñaron a los naturales a elaborar “judas” de Cuaresma, santos, vírgenes y otros enseres litúrgicos esto se mantuvo dentro del universo religioso hasta que los artesanos buscaron nuevas rutas para su oficio, comenzaron a crear juguetes con motivos seculares: desde perritos a mordedores soldados, las reformas de Juárez habían abierto el mercado para esta práctica, ahora se hacían calaveras y diablos, los carnavales vistieron cuernos. En el siglo XX Pedro Linares soñó a sus conocidos “alebrijes”, hibridaciones zoomorfas que representan la contracara del onirismo: la pesadilla y el tormento. En la actualidad el arte de la cartonería popular se mantiene en vigor por las todavía constantes celebraciones tanto religiosas como civiles, la Semana Santa, el Día de Muertos, los cumpleaños. Otra vertiente es la cartonería artística que goza de salud lo mismo por la creación de museos de culturas populares (Museo Nacional e Internacional de la Cartonería, Chalco, México) como por creciente comunidad de artistas que eligen este medio para desarrollar su discurso plástico.
Aleydis Cervantes Dueñas, fundadora del taller “Espina de papel”, en esta calavera presenta un motivo tradicional mexicano, esa alegre cosechadora de personas, bebe y ríe mientras nos ve llorar e implorar por nuestra corta y fatal existencia. En pose de loto enfrenta el calor de huesos con una fría cerveza, así viaja doscientos años o más por la historia de un país casi siempre indolente que esconde en el humor una solitaria condena a la miseria y la podredumbre, aquí tenemos nuestra fría radiografía: un muerto vivo que empina el codo.
Sergio Zapata también trabaja una calaca, pero al dejarla con esos ojos “pelones” la tal recuerda a las bizarras escenas del antiguo cine gore, cuando roídos esqueletos sonreían malévolos ante alguna travesura infernal, eso y su impecable dentadura la vuelven cómica y horripilante, un trabajo delicado de terror y risa.
Miguel Gonzáles elige también un motivo ancestral: el diablo y el sexo, la festiva carne al servicio de la rebeldía o el deleite del cuerpo en aras de una efectiva experiencia mística. El diablo, muchacho querido de la historia sentimental del ser humano, ese borracho irredento y pendenciero que seduce violinistas y perturba capuchinas, gran mago de la negación anárquica, se dispone, en esta representación, con el pecho erguido a introducir “el gallito inglés” en los adentros de la diabla, turgente y lasciva que dispone la grupa monstruosa para el ritual orgiástico.
Los tres maestros cartoneros realizan con tenacidad trabajo y gestiones que derivan en la conservación y el fomento de esta práctica artística clasificada como “arte popular”, va un saludo afectuoso para los tres y para los cientos de oficiantes de la belleza que son los creadores del arte popular mexicano.