Por: Jimena Cerón
Empiezo de la misma forma en que terminé la semana pasada, “siempre está la posibilidad de ser un sujeto anómico”. Pero, ¿qué es eso? Ser un sujeto anómico implica no pertenecer a lo social. La palabra anomia, (del griego ἀνομία / anomía: prefijo ἀ– a- «ausencia de» y νόμος / nómos «ley, orden, estructura») según el diccionario de la Real Academia Española se trata del conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o su degradación.
Podemos entonces entender a la anomia como la manera en que los individuos nos perdemos la característica de lo social en nuestra vida por la carencia de normas o bien por la degradación de la influencia social que hace que se reproduzcan, puesto que los sistemas sociales, como les platicaba bien durante las semanas pasadas, son los encargados de inferir en mayor escala en esos procesos de socialización.
Aunque somos individuos, no podemos pensarnos fuera de la sociedad, pues de una u otra forma es la interacción entre individuos lo que determina quiénes somos, existen momentos en los que la sociedad no puede proveernos de las necesidades básicas necesarias para lograr lo que ya está definido que debemos lograr como individuo (por ejemplo, culminar la universidad, tener un buen empleo) para tener una buena “calidad de vida”, es en ese momento cuando comienza a producirse anomia que se refleja en momentos de angustia, ira, ansiedad o desesperaciones de manera individual por no poder realizar todo aquello que a través de la socialización apropiamos como necesario en nuestro vivir.
Emile Durkheim, a través de una ardua investigación sobre el suicidio (la cual se puede leer con detalle en su libro de mismo nombre), describe que justamente todas esas acciones anómicas que suceden en lo social pueden llegar a hacer sentir tan desplazado al sujeto que la única forma de resolverse es dejando de ser un sujeto, por lo que opta por el suicidio.
Si bien en todo momento es posible estar en modus “anómico” se pueden visualizar más representaciones cuando las sociedades tienen cambios significativos, más aun cuando éstos tienden a crisis, pues la inestabilidad social es más evidente e influyente con los individuos. Por lo anterior, es común que los sistemas políticos usen como discurso el bienestar haciendo alusión a cubrir las necesidades ya establecidas socialmente.
La sociología es una ciencia que ayuda a comprender y analizar de mejor manera a la sociedad apoyando en la creación de políticas públicas, desarrollo de proyectos y análisis de resultados y aunque al ser empleada de forma estratégica puede inferir en un cambio social positivo, los sociólogos como sujetos en sociedad también estamos socializados por lo que quiero platicarles la siguiente semana sobre un libro que justamente define el quehacer sociológico: El oficio del Sociólogo.
Adiós.