ANA RODRÍGUEZ MANCHA
Entre cientos de padecimientos, hoy nos referiremos a una de las enfermedades más estudiadas en la actualidad y con grandes avances en el diagnóstico y tratamiento: la diabetes mellitus. Esta patología dulce involucra la participación individual, familiar y social en la prevención primaria, secundaria y terciaria. Desde su descubrimiento y, más específicamente, con los avances científicos contemporáneos, se conocen los pormenores que provocan dicha enfermedad. A pesar de los esfuerzos titánicos en la prevención primaria para evitar la adquisición de la enfermedad, mediante la educación y el fomento de hábitos saludables, las estrategias no permeaban en la sociedad como se esperaba, revelando una cruda realidad en nuestro país. La diabetes mellitus se posiciona como la segunda causa de muerte, según las estadísticas del INEGI, lo que lleva a priorizar y destinar la mayor parte del recurso anual en salud a la prevención terciaria, que busca reducir las complicaciones de la enfermedad, evitar la progresión y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias.
Existen varios tipos de diabetes mellitus. La diabetes mellitus tipo 1 o insulinodependiente, causada por un defecto hereditario que impide la producción de insulina, representa el 10% de los casos. La diabetes mellitus tipo 2 o no insulinodependiente es la más común en nuestro medio, donde el organismo deja de producir suficiente insulina o no la utiliza eficazmente. También está la diabetes gestacional, que se detecta durante el embarazo. La lógica del tratamiento radica en reemplazar la insulina, la hormona responsable del ingreso de glucosa (azúcar) en la sangre hacia las células, con un fármaco externo.
La terapia insulínica sigue siendo un gran reto para el paciente y su red de apoyo. La aplicación errónea de unidades, la omisión de alimentos, el alcohol, el estrés, las infecciones, los ayunos prolongados o la combinación con hipoglucemiantes orales pueden provocar hipoglucemias (baja de azúcar en sangre) que pueden llegar a ser muy severas y mortales. Se estima que un paciente con diabetes mellitus tiene en promedio dos episodios de hipoglucemia sintomática por semana y un episodio de hipoglucemia grave una vez al año. Por eso, es crucial capacitarse sobre el tema.
En pacientes diabéticos, la baja de glucosa puede ser imperceptible, por lo que se recomienda individualizar y educar a los pacientes, quienes son los que mejor conocen su cuerpo. Desde 1938, Allen Whipple propuso tres criterios diagnósticos: primero, síntomas compatibles con hipoglucemia (temblor, agitación, ansiedad, nerviosismo, palpitaciones, sudoración, sequedad de boca, hambre, palidez, dilatación pupilar; en casos graves, confusión, inatención, irritabilidad, alteraciones en el lenguaje, ataxia, parestesias, dolor de cabeza, estupor, convulsiones, déficit neurológico transitorio, coma y muerte); segundo, concentración de glucosa por debajo de 70 mg/dl; y tercero, alivio inmediato de los síntomas tras la ingesta de glucosa.
Si detectas alguno de estos parámetros o su combinación, busca ayuda de inmediato. Mantén la calma y, si cuentas con un glucómetro, verifica la cifra. Si no tienes acceso a tecnología, procede con la intervención recomendada: la regla de los 15’s, que consiste en consumir 15 gramos de carbohidratos simples, como una taza de 125 ml de jugo o refresco, un vaso de agua con una cucharada de azúcar, una cucharada de miel o tres terrones de azúcar comprimido. Espera 15 minutos y vuelve a verificar la glucosa. Si persiste por debajo de 100 mg/dl, repite el consumo de 15 gramos de carbohidratos. Una vez que la cifra sea superior a 100 mg/dl, consume carbohidratos con absorción más lenta, como tres galletas, un vaso de leche, una fruta o un trozo de pan. Si la persona está inconsciente y no responde, llama al 911 para la aplicación de glucagón o solución glucosada por vía intravenosa. Cuídate y cuida a tus seres queridos: infórmate, edúcate y amate. Juntos, digamos salud a la prevención.