MAR GARCÍA
La construcción de medios impresos dedicados de manera exclusiva al cine no tardó mucho en comenzar, las revistas especializadas en el arte cinematográfico surgieron a inicios del siglo XX, sólo unos años más tarde que las proyecciones iniciales. Mientras que en algunas latitudes las primeras palabras dedicadas al cinematógrafo se sujetaron a la etiqueta de la crónica, en otros lugares iniciaron con una suerte de crítica la redacción de notas permeadas por la crítica a espectáculos antecedentes como la ópera o el teatro. En estos ejercicios iniciales de crítica cinematográfica no fue necesaria la presencia de un desarrollo textual, sino que se entró de lleno al análisis de los filmes, ya fuese en su composición externa (dirección, actuaciones, producción) o interna (fotografía, montaje, narrativa).
En lugares pioneros como Gran Bretaña encontramos el caso de Kinematograph and Lantern Weekly, cuya circulación incluso antecede a la popularización del cinematógrafo, comenzó a editarse semanalmente desde 1889 hasta 1971, aunque hasta antes de 1907 se llamaba Optical Magic Lantern and Photographic Enlarger, el cambio de nombre sin duda respondió a la llegada del cine y a la necesidad experimental de adaptar lo previo al nuevo arte. La revista no sólo contenía textos críticos sobre determinadas películas, sino que brindaba información sobre otras facetas del cine y su estatus general a nivel local, nacional o internacional desde la óptica británica. Un ejemplar del 6 de febrero de 1913 señala: “El director de la revista se complacerá en considerar artículos originales relacionados con la industria o comunicaciones sobre temas de interés general. Las contribuciones deben escribirse en una cara del papel. Los derechos de autor del contenido de este periódico pertenecen a sus propietarios”.
En España resaltaron El cine, La Pantalla y Arte y cinematografía, esta última, revista ilustrada que se adjudicaba ser la más antigua de España y en su número 101 del 31 de enero de 1915 apuntaba: “quisiéramos nosotros poder influir en el perfeccionamiento de la Cinematografía en el sentido de que el hombre hallara en ella cuanto a su espíritu convenga, y a tal efecto, convencidos de la insignificancia de nuestras dotes, hemos procurado algunas opiniones de quien puede darlas. Y he aquí que nuestras súplicas han sido oídas y que comenzamos a honrar nuestras columnas con lo que estimamos criterio de verdad”. Aunque no todas las notas y artículos versaban sobre alguna película en específico, es evidente un interés por dar cuenta del estado general del cine y en particular de las diatribas del cine nacional, desde la temprana reflexión sobre los procesos de producción, hasta la promoción de la oferta fílmica a través de las carteleras.
Francia siguió los pasos con la publicación de La Cinematographie Francaise y Le Film Francais durante la primera década del nuevo siglo, sin embargo, en otras latitudes europeas las revistas de cine tomaron mayor fuerza a partir de la década de los 30, con la llegada del cine hablado.
En América Latina, el nacimiento de revistas de cine también puede considerarse temprano si tomamos como ejemplo el caso de Chile con Chile cinematográfico y Cine gaceta en 1915. En México, pese a los constantes ejercicios de escritura acerca del cine en periódicos de circulación local o nacional (por ejemplo, el caso del Boletín Olimpia publicado en 1922 en la ciudad de Zacatecas), las revistas especializadas encuentran su origen en Filmográfico, fundada por Roberto Cantú Robert y Gustavo Sanz de Sicilia, que apareció hasta la década de los 40.
Las temáticas de las revistas especializadas no siempre fueron circunscritas dentro de los márgenes de la crítica cinematográfica, en las más de las ocasiones, es común observar un retrato de la actividad cinematográfica de cada lugar, ceñida a elementos de carácter exterior: la extensión y propaganda de exhibiciones, películas, actores, productoras. No obstante, podemos afirmar que fungieron como pioneras en el paradigma de la crítica cinematográfica, la cual fue capaz de incidir en la vida pública (política, intelectual y cultural) y que sería desarrollada con posterioridad en impresos de implicaciones sociales como Cahiers du Cinema, revista creada en 1951 por Joseph Marie Do Luca, Jacques Doniol-Valcroze y André Bazin.
El origen de Cahiers du Cinema reside en la revista La Revue du Cinema, cuya primera serie fue publicada entre 1928 y 1931, misma que vio su fin en 1949 (luego de 20 números) debido a la poca rentabilidad que supuso para su editor Gillamard. El eje central de este impreso consistió en la revalorización del cine como un arte a la par de la literatura o el teatro, en ella predominaron temáticas relacionadas con el cine soviético, el neorrealismo italiano y el cine estadounidense.
Una parte del equipo de redacción de La Revue continuó en Cahiers du Cinema. A esta agrupación se sumaron integrantes de dos cineclubes de París: el Cine-Club du Quartier Latin y el Objectif 49, entre los cuales estuvieron Jean Cocteau, Robert Bresson, Alexandre Austruc, Francois Truffaut, y Jean Luc Godard.
Con la nueva base editorial conformada por antiguos miembros de La Revue y los dos cineclubes parisinos, la publicación de la revista comenzó en 1951, y en poco tiempo logró constituirse como un medio con alcances profundos en el movimiento de la nouvelle vague, el cual pretendía virar el curso de la cinematografía francesa hacia formas más libres tanto en la creación como en la producción.
Hacia 1958, personajes como Chabrol, Resanir, Godard y Truffaut comenzaron a explorar la faceta de la realización fílmica, impulsados en buena medida por la mayor parte del equipo editorial y de redacción de la revista, las primigenias exploraciones en el medio fueron bien recibidas, como en el caso de Truffaut con su película Les 400 coups en el Festival de Cannes 1959.
El surgimiento de los Cahiers du cinema no sólo fue fundamental para la historia de la crítica cinematográfica, sino para poner de manifiesto la función social que tenía o podía llegar a tener el cine. Más allá de la revalorización de los aspectos estéticos que le conferían el grado de arte, y de la creación de un movimiento cinematográfico, la apuesta estaba centrada en la trascendencia del medio en la configuración de nuevas ideas de carácter social, político y cultural.
En Cahiers, la crítica cinematográfica trascendía la trinchera de los elementos formales que colocaban a una película en algún lado de la categorización más simple: buena o mala. A estos componentes se sumó el análisis de la realidad social representada en los filmes y de la cinematografía como vía posible para incidir en esa realidad social y también cultural. El estudio de la eterna dualidad del caleidoscopio cinematográfico, mientras en uno de sus lados se mira lo visto, en el otro se ve lo hecho.