(En memoria de David Ojeda)
Juan José Macías
Te propongo esta noche cenar pavo y menestras para luego estropear
esa silla Luis XV
con las tapas de nuestros frenéticos zapatos
mientras bebemos y cantamos.
Es lo menos que podemos hacer en homenaje
a los amigos muertos, a los buenos amigos
que nunca olvidaremos.
La buena amistad la reconozco desde que tenía yo
500 años. Y no es poca cosa, oh muchacha,
haber podido recorrer el mundo a través
de un manojo de páginas magníficas
y no tener jamás a la madurez de nuestro lado.
Por eso te pido que cantemos esta noche
(aunque amemos el blues) canciones nacionales
y que, tras un imaginado iconostasio,
hagamos el amor bajo la mirada severa
de los santos. La buena amistad
es una magnolia que no sabemos cuándo se abre para soltar
semillas renovadas, así que bebamos y bebamos,
y que puros de alcohol
y profundos como una pesadumbre, oh muchacha,
orinemos largamente sobre
esa silla Luis XV
cantando y carcajeando como entusiastas y triunfantes partisanos.
Es lo menos, en verdad es lo menos
que podemos hacer
en memoria de los buenos amigos que tomaron atajo.