Por Carolina Díaz Flores
En la actualidad, la aparición de nuevas tecnologías de la información y comunicación ha modificado la forma de desarrollar actividades cotidianas, desde el cómo nos relacionamos con nuestra familia, amigos, e incluso cómo desarrollamos nuestras labores de trabajo o de educación. En tiempos anteriores al internet, comunicarse con una persona que vivía en otro país, implicaba grandes costos en servicios telefónicos o usar servicios de mensajería, que generalmente resultaban lentos e ineficaces. Esta situación ha cambiado drásticamente, hoy podemos tener comunicación con una persona que se encuentre en cualquier punto del planeta en cuestión de segundos, siempre y cuando ambas partes cuenten con servicio de Internet.
Aunque es innegable que estas nuevas tecnologías han abonado a que las relaciones humanas sean más cercanas, también se debe reconocer, que han acarreado una serie de problemas para los individuos y la comunidad. En años recientes, se ha acuñado el término de ciberadicción, al uso excesivo e innecesario de todos los servicios que se originan en el internet: redes sociales, juegos, mensajería, apps de citas, etc. Desde el punto de vista clínico, algunos psicólogos consideran que la ciberadicción, es equiparable a la ludopatía, pues el uso compulsivo de redes sociales conlleva a un deterioro de la calidad de vida del individuo, comprometiendo todas aquellas actividades básicas y necesarias para su bienestar, desde la convivencia familiar o social, hasta incluso comprometer las horas de sueño o alimentación.
La afectación de la salud mental de esta adicción ha sido ampliamente estudiada sobre todo durante la última década; sin embargo, ha sido evidente que es un fenómeno sumamente cambiante, su comportamiento todavía no puede predecirse. Por ejemplo, el grado de adicción varía de acuerdo al sexo, edad, lugar de residencia, pero también hay factores que influyen notablemente, como el tipo de red social. En el caso de la distribución por sexos, las mujeres tienen una tendencia mayor a consumir compulsivamente contenido de redes sociales como Instagram, mientras que los hombres consumen de manera significativamente más alta la Red social de Twitter. Además, la utilización por edad tiene grandes diferencias, los jóvenes tienden a consumir más la Red social TikTok, mientras que las personas de 40 o más años tienden a consumir de manera más importante la Red social Facebook.
El uso excesivo de redes sociales como un problema de salud no ha sido todavía reconocido por la Organización Mundial de la Salud o por el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Aunque ha sido muy controversial reconocer esta adicción, es evidente que el uso excesivo de redes sociales conlleva a alteraciones en el funcionamiento de la psique humana. Diversos investigadores llegan a la conclusión de que esta adicción se desarrolla por un mecanismo al que llaman “recompensa inmediata”, es decir al momento de utilizar una Red social, de inmediato obtengo una recompensa, por ejemplo: publico una fotografía de mi último viaje, o con mi pareja y amigos, y en cuestión de minutos (sino segundos), obtendré la recompensa de una interacción, llámese comentario, like o cualquier otro tipo de respuesta por terceros que se da dentro de las diversas redes sociales. Éste mecanismo hace que seamos menos capaces de esperar, es decir, somos menos tolerantes a la espera, por lo tanto nuestra vida se rige por un mecanismo de acción-reacción en cuestión de minutos o segundos, por lo tanto las esperas que son naturales en la vida cotidiana resultan insoportables para aquella persona que es adicta a la redes sociales.
En conclusión, aún queda mucho por saberse sobre esta adicción, pero existe suficiente evidencia para asegurar que gran parte de la sociedad utiliza las redes sociales de manera excesiva, incluso por sobre necesidades básicas como el dormir.