
CAROLINA DÍAZ FLORES
Las leyes laborales no solo regulan la relación entre empleadores y empleados: también tienen un profundo impacto en la salud pública. Jornadas laborales, licencias médicas, vacaciones pagadas, licencias parentales, protección contra despidos injustificados y condiciones de seguridad en el trabajo influyen directamente en el bienestar físico y mental de millones de personas. Diversos estudios demuestran que una legislación laboral robusta puede traducirse en mejores indicadores de salud a nivel nacional.
¿Por qué las leyes laborales importan para la salud?
El vínculo entre trabajo y salud es multidimensional. Algunas formas en que las leyes laborales afectan la salud incluyen:
• Estrés laboral crónico: asociado con largas jornadas y presión constante.
• Trastornos musculoesqueléticos y fatiga: comunes en empleos físicamente exigentes sin pausas adecuadas.
• Salud mental: ligada al equilibrio entre vida personal y laboral, seguridad en el empleo, y derechos laborales.
• Accidentes laborales: más frecuentes en países con escasa regulación o fiscalización.
• Acceso a atención médica: mediado por si el empleo incluye seguros o licencias médicas.
Comparativa internacional: ¿qué nos dice la evidencia?
Veamos cómo distintos enfoques legislativos impactan en la salud de las poblaciones:
Suecia: modelo de equilibrio y protección
• Semana laboral estándar: 40 horas, con regulación efectiva de horas extras.
• Licencia por maternidad/paternidad: 480 días compartidos entre ambos padres, con subsidio estatal.
• Licencia médica: remunerada desde el segundo día de ausencia.
• Resultado en salud: altos índices de bienestar subjetivo, baja mortalidad laboral y mejores resultados en salud mental.
Estados Unidos: un sistema más desregulado
• Semana laboral: no hay límite legal federal de horas (aunque muchas empresas usan 40 h como estándar).
• Licencia médica: no obligatoria por ley federal (la Family and Medical Leave Act garantiza solo licencias no remuneradas).
• Vacaciones: no existe obligación legal de otorgarlas.
• Resultado en salud: mayor prevalencia de trastornos relacionados con el estrés, obesidad laboral, enfermedades cardiovasculares y altos niveles de desigualdad en acceso a servicios de salud.
Japón: entre la productividad y la fatiga extrema
• Cultura de largas horas laborales (fenómeno conocido como karoshi o “muerte por exceso de trabajo”).
• Licencias médicas y vacaciones: existen, pero muchas personas no las toman por presión social.
• Resultado en salud: altas tasas de suicidio laboral, fatiga crónica y muertes por enfermedades cerebrovasculares relacionadas con el trabajo.
Francia: fuerte protección social
• Semana laboral legal: 35 horas.
• Vacaciones pagadas: mínimo 5 semanas anuales.
• Licencia médica: remunerada y protegida.
• Resultado en salud: mejor salud mental en trabajadores, alta satisfacción laboral y menor tasa de accidentes laborales que el promedio europeo.
¿Y en América Latina?
Las leyes varían mucho entre países, pero algunos patrones comunes incluyen:
• Altos niveles de informalidad laboral, que impiden el acceso real a beneficios legales.
• Leyes avanzadas en papel, pero con escasa fiscalización, especialmente en sectores agrícolas y de manufactura.
• Consecuencias: altos niveles de estrés financiero, falta de acceso a licencias médicas, y escasa prevención de riesgos laborales.
Por ejemplo, en Chile, la semana laboral está regulada, y existen licencias médicas subsidiadas por el sistema público, pero la cobertura es desigual. En México, aunque existen vacaciones y prestaciones por ley, la informalidad laboral alcanza casi al 60% de los trabajadores, que quedan sin protección real.
Conclusión
Las leyes laborales no son solo herramientas económicas: son determinantes estructurales de la salud. Los países que invierten en jornadas razonables, licencias adecuadas y protección social no solo tienen trabajadores más felices, sino poblaciones más saludables y productivas.
La evidencia sugiere que mejorar las leyes laborales —y su cumplimiento— puede ser una estrategia eficaz y sostenible para fortalecer la salud pública. En un mundo cada vez más globalizado y exigente, repensar el trabajo también es una cuestión de salud.
“El trabajo debe adaptarse al ser humano, no el ser humano al trabajo.”