ADSO E. GUTIÉRREZ ESPINOZA
Hay un gato persa sentado en un escritorio, con su pelaje esponjoso perfectamente acomodado, una pluma elegante en su pata derecha y una hoja de papel en blanco frente a él. No es cualquier gato; es un gato persa, y se ha propuesto escribir un ensayo literario. Puede parecer una idea absurda, pero si conoces a los gatos persas, sabrás que son capaces de muchas cosas inesperadas.
Para empezar, un gato persa tiene un agudo sentido de la estética. Después de todo, pasa horas y horas lamiendo cada centímetro de su pelaje para que luzca impecable. Así que, lo primero que haría este gato sería elegir el mejor papel y la mejor tinta, porque la apariencia importa. No sería cualquier papel; sería de alta calidad, con bordes dorados y un aroma ligero a hierba gatera, para motivarse mientras escribe.
Una vez que tiene todo listo, el gato persa se sienta en una postura digna, con su nariz ligeramente levantada. Su expresión es de completa concentración, aunque probablemente esté pensando en la próxima siesta. Pero no importa, porque escribir un ensayo literario requiere de inspiración, y nada inspira más a un gato persa que la perspectiva de una buena siesta.
El gato comienza su ensayo con un título provocador: “Reflexiones sobre la Importancia del Sueño en la Existencia Felina”. Por supuesto, el sueño es el tema ideal. A diferencia de los humanos que se obsesionan con cosas mundanas como el trabajo o las relaciones, un gato persa sabe que el centro de la vida es el descanso reparador. ¿Qué mejor tema para un ensayo literario?
Empieza con una cita de un filósofo famoso. “Descartes dijo: ‘Pienso, luego existo’, pero yo, como gato persa, afirmo: ‘Duermo, luego existo’”. Este juego ingenioso de palabras demuestra su habilidad literaria y su agudo sentido del humor. Después, escribe sobre la importancia de encontrar el lugar perfecto para dormir, como una manta suave o una caja de cartón, y cómo estos lugares inspiran los mejores pensamientos filosóficos.
Con su pequeña lengua rosada, el gato humedece la punta de la pluma y sigue escribiendo con una elegancia felina que haría sonrojar a cualquier escritor humano. Reflexiona sobre la relación entre el sueño y la creatividad, cómo en sus sueños imagina perseguir ratones literarios, escribir novelas de aventuras y participar en conversaciones filosóficas con otros gatos del vecindario.
A medida que avanza en su ensayo, se detiene para pensar en cómo debe concluir su obra maestra. Decide terminar con un toque de misterio, como todo buen escritor. “Y así, mientras yo duermo, el universo sigue su curso, y quién sabe qué nuevos pensamientos florecerán en mi mente felina cuando despierte”. Satisfecho con su conclusión, el gato persa se estira, bosteza y decide que es hora de su merecida siesta.
El ensayo literario queda allí, sobre la mesa, como testimonio de que incluso un gato persa, con su amor por el descanso y su carácter algo caprichoso, puede adentrarse en los misterios de la literatura. Porque, después de todo, escribir no es más que una forma de soñar despierto, y no hay criatura más experta en soñar que un gato persa.
Así que, la próxima vez que veas a tu gato persa durmiendo en su cojín favorito, no lo interrumpas. Podría estar trabajando en su próxima gran obra literaria, o, al menos, soñando con ella.