ANA RODRÍGUEZ MANCHA
La familia como núcleo principal de la sociedad sigue siendo un tema medular en los diferentes ámbitos en los que se desenvuelve el ser humano, por mencionar algunos, los sociales, los culturales, los científicos, los educativos y los laborales, donde todos ellos presentan una definición actual en común, proponiendo que la familia es el lugar donde emerge realmente la buena o mala calidad de vida; sin embargo, referirnos a un término muy subjetivo como lo es “lo bueno o lo malo” nos transporta al análisis de las miles de aristas escabrosas que presenta tal definición.
Hablar de la familia, me proyecta a la famosa pintura en óleo sobre lienzo: “La familia Soler” de Pablo Picasso, conocido pintor español del siglo XX, que, dentro de su esencia como creador del cubismo, permite al espectador deconstruir algo, para construir una realidad propia e independiente de cualquier referente que puede llegar a parecer verdadero o creíble, aunque no sea necesariamente real. El cuadro representa una familia nuclear numerosa (el padre, la madre, los cuatro hijos y el perro) merendando en un prado, siendo el ejemplo vivo de una familia aparentemente estable e integra, pero que su expresión facial melancólica plasmada en sus tonalidades azules, transmite tristeza, pobreza y desesperanza, características propias de las familias multiproblemáticas.
Las familias multiproblemáticas son aquellas que sufren fallos continuos en sus recursos para subsistir y no pueden cumplir sus compromisos ni responsabilidades con los miembros de la familia, son un grupo muy vulnerable, con alto riesgo para el desarrollo infantil inadecuado, drogadicción, violencia, narcotráfico, suicidio y familias potencialmente disfuncionales. La primera característica visible es la esfera social, que involucra una vivienda precaria, típicamente son casas que no cuentan con delimitación de espacios, no cuentan con un lugar propio de construcción de la propia identidad, una alimentación basada en comida procesada o chatarra sin horario ni lugar definido que provocan desorganización de patrones de conducta.
La segunda característica se enfoca en la modificación del ciclo vital familiar, que podemos definirlo como las etapas normales que presentará el núcleo familiar en el transitar de la vida como casarse, procrear, criar, envejecer y morir. Está característica presenta múltiples variantes, desde el aplazamiento del matrimonio (vivir en unión libre), que no da certeza al vínculo marital, la reconstrucción de familias (dos personas que tienen hijos con otras personas, pero que ahora deciden vivir juntos y formar un nuevo núcleo), los matrimonios adolescentes y de bajo recurso económico por la inmadurez, rebeldía y omisión de obligaciones.
La parentalidad deficiente donde no hay ese conjunto de acciones, cualidades, habilidades y características del padre y la madre para cuidar y educar a los hijos, principalmente por la conyugalidad fragmentada. Es la tercera característica de las familias mutiproblemáticas, donde no se transmite afecto, seguridad y valor a los hijos por el conducto de los padres, en su defecto los hijos son instrumentalizados y/o rechazados por sus mismos padres, mermando la calidad de los valores enseñados. La conyugalidad (la unión de padre y madre) se elige de forma utilitaria, en donde las carencias propias los llevan a intentar obtener del otro, lo que les falta a sí mismos, presentando frustración por idealización de la pareja. Es una relación de complementariedad que ya nace muerta. No muestran afecto ni reconocimiento, presentan relaciones sexuales en ausencia de amor que provocan impulsos agresivos constantes.
La comunicación y el sistema afectivo es la otra característica patológica familiar, son familias muy rígidas que no fomentan el entendimiento a través del diálogo, con emociones con gran intensidad y escaso control, no presentan reglas explícitas o implícitas de conducta y el niño aprende que las prohibiciones del comportamiento, se asocia a la disposición emocional o de poder, habitualmente de sufrimiento de la madre, padre o cuidador. El arte de la crianza positiva, continúa siendo un gran reto en la actualidad, si bien nadie nace sabiendo ser padre, ya existen herramientas que permiten el mejor entendimiento de las funciones básicas familiares. El niño necesita la presencia asertiva del padre y la madre para alcanzar la trascendencia personal, la mejor forma de educar a un niño es 20 años atrás, primero preparándose uno mismo para el gran reto de dar, enseñar, cuidar y preservar la vida, para luego acompañar en el transitar terrenal familiar.