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DORALI ABARCA
Anhelo plano
A menudo estoy aletargada, tumbada en la cama, frotando mi espalda, cansada de no ver el sol, de no cantar mientras camino. Mi sueño nunca es para mí, no soy de él.
Sólo es la idea de algo que no existe, vagabundeando sin esperanza. Y sin esperanza estoy, sin deseo de un amor profundo, sin anhelar partir, me agito al divulgar mentiras y poder replicarlas por doquier en mi andar.
Me pesa aterrizar, mantener una conversación cuerda, estar cuerda. Mantener la mirada cuando estoy ciega por completo.
Nada me calma, nada me mata, la muerte se ha convertido en mi espejo de vida.
Regresión
Ya no sé qué estoy haciendo mal, si la vida me ha jugado en el tablero del azar, ya no me deja avanzar.
Ya no quiero caminar entre impunidad y miedo a la verdad, me falta respirar.
Ya no quiero gritar, pues mis cuerdas van a estallar y la guerra nunca culminará.
No sé porque me he portado en libertad, cuando es claro que me encuentro en las rejas de mi oscuridad y la luz no la pude pagar.
Ya no puedo rentar un cuarto en la ciudad, mi dinero no me va a alcanzar para la casa que en mis sueños se comenzó a levantar.
Ya no entiendo a la humanidad, engrandecida por dominar al cielo, a la tierra y al mar. Lo que no saben es que la verdad se esconde en la naturaleza y se empieza a cansar y nos lanzará a un estado infernal.
Cuerpo mío
Nunca he tenido un cuerpo propio, mis caderas intervenidas fueron, con cuchillos abierta mi piel y bordaba, encerrada. Entre utensilios y doctores fui re acomodada con tornillos, huesos inquietos que no dejaron florecer solos.
En ningún lado encuentro mi cuerpo, me veo y no me siento, me tocó y no me huelo. Molido ha sido mi cuerpo, observado siempre desde lados desconocidos. Mi cuerpo saqueado, ha sido saqueado.
Ay de mi cuerpo que no es mío.
Mi cuerpo no me ha pertenecido, perteneció a los ojos escondidos detrás del hueco, a las miradas que atrapa en las calles, a los intrusos que aparecían por los cristales.
Ay de mi cuerpo que no ha sido mío.
Oculto entre ropas holgadas y manchas rojas entre las piernas, mi cuerpo no ha sido mío, ha sido de las bestias que lo han descarnado, ha sido de los sueños que son realidades, ha sido de todo menos mío.
Ay de mi cuerpo que ahora comprendo.
Vuelve
Y aquí sigo rompiéndome el cuello, atrapada en el tiempo.
Respiro entre neblina y las ketaminas se vuelven mi vida, que de la cabeza sale la herida y en el cuerpo se clava la espina.
Rodeada de sábanas blancas y un pedazo de almohada vieja, casi sin espuma. Me acurruco con sonidos de la esquina, de arriba y susurros que me miran.
Aquí sigo media dormida contemplando la huida, esa desesperada huida que me persigue como palomas en grupo.
Aquí estoy una vez más con las venas caídas, la falda más arriba y las piernas cenizas.