
En la lucha por dar forma al mundo, una mujer toma la materia que se subestima: el cartón. Como un eco del tiempo, ella lo convierte en su propio lenguaje, tallando en él historias y deseos, como quien escribe con el cuerpo, con las manos. Cada pliegue y corte en su obra no es sólo una forma, es una declaración de resistencia, un desafío a las barreras invisibles que intentan limitarlas. En su taller, el cartón se convierte en cuerpo, en espacio donde las palabras, las emociones y la memoria se encuentran.
Rubí Nevermore ha logrado transformar sus pensamientos en escultura, entrelazando la literatura y la cartonería con la misma destreza con que un escritor teje palabras. Su obra, cargada de simbolismos literarios y personales, se nutre de las influencias que marcaron su vida: los ecos de Edgar Allan Poe, las sombras de los relatos de terror, la estética de Tim Burton y Edward Gorey, así como las metáforas del surrealismo. Cada pieza es un relato visual, una narrativa que cobra vida no sólo a través de los ojos, sino también del alma.
A través de la cartonería, Rubí ha encontrado un lienzo tridimensional, un medio que le permite dar cuerpo a sus sueños y angustias. La escultura no es sólo su arte, sino un testimonio de su resistencia, su lucha por materializar lo invisible, lo intangible. En sus manos, el cartón se transforma, de lo desechable a lo inmortal, creando personajes que cuentan historias, como su bufón inspirado en «La Máscara de la Muerte Roja» de Poe, o su reinterpretación del Cantar de los Cantares, donde la luz y la sombra conviven en una pieza llena de simbolismos.
Cada pliegue de cartón refleja el proceso interno de la creadora, un viaje hacia lo profundo, hacia lo no dicho. La obra de Rubí es un espacio donde lo literario y lo tangible se encuentran, uniendo la fuerza de las palabras con la delicadeza de la forma. Y así, en cada escultura, ella resucita los recuerdos, las historias, los miedos, los deseos, creando una obra que no sólo habla, sino que también grita, canta, gime y susurra.
Querida lectora y estimado lector, el 8M es un recordatorio de que, aunque las estructuras intenten silenciarlas, las mujeres siguen esculpiendo su propio camino. Cada escultura de cartón que se alza es una manifestación de sus pasiones, una resistencia hecha arte, una protesta y una celebración en cada capa, en cada curva, en cada pliegue. El arte es un recordatorio de que juntas ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero