ISIS ABIB AGUILAR SÁNCHEZ
Hay muchas cosas que son tabú y que poco a poco se ha luchado en reconfigurar el discurso, como la identidad de género, las personas tatuadas o perforadas, el tema de la menstruación, la educación sexual, la violencia; fenómenos que pueden ser relacionados a una cultura. Sin embargo, hay otras que es claro que obedecen a otra causa, y que también se tornan en algo que es mejor no decir y quedarnos calladas, como el desempleo. ¡Pobre de la cultura! ¡La hemos culpado de tanto!
Personajes en internet como Chumel Torres culpan a una cultura o costumbre de los mexicanos de ser unos huevones, de no esforzarnos en progresar en la vida, de gastarnos 100 pesos en comprar una caguama en lugar de invertirlo en el capital financiero. Pero ¿en serio los mexicanos son flojos? No, México es el segundo país de la OCDE que dedica más horas de trabajo al año, se trabajan en promedio 37 horas a la semana y 2,226 horas al año, casi lo triple que en Alemania. Además, México es uno de los países con menos días de vacaciones y prestaciones laborales.
He notado que cada vez hay más herramientas para precarizar el trabajo. Hay una tendencia de hacer concursos, que constan de muchos filtros para poder obtener un empleo, esto tal vez suena algo ideal porque garantizaría que quien sea seleccionado será el mejor para ocupar ese puesto, pero ¿realmente es cierto? También he notado que muchas veces los ganadores tienen influencias fuera del proceso de selección. ¿Por qué nadie habla públicamente de lo injusto que es? ¿Por qué no todos podemos tener trabajo? ¿Por qué romantizamos la competencia? Ahora que he estado buscando trabajo y me siento asqueada de toda esta lógica competitiva y abusiva, me he desahogado con mis conocidos y me dicen: pues así siempre ha sido, todos hemos pasado por eso, hay casos peores, no dejes de insistir. Pero ¿por qué tiene que ser así?
Soy consciente que posiblemente no voy a poder conseguir trabajo de algo en lo que estudié. Incluso he buscado en cafeterías o en centros comerciales, en las puertas se leen mensajes de “se solicita empleada con buena presentación”. ¿A qué se refieren exactamente? ¿A tener una apariencia física específica? ¿A vestir bien? ¿Qué es vestir bien? ¿Con tacones, con traje, con falda? ¿Maquillada o no maquillada? ¿Maquillada, pero no tanto para que no se vea informal? ¿Maquillarme natural? ¿Algo que no dé que desear ni en que dar malas interpretaciones? ¿Es ser morena, blanca, china o lacia?
Tener un título no sólo es difícil por todos los años invertidos en exámenes, presentaciones, tareas y demás. También todo el tiempo que dura el trámite de titulación es desgastante, consiste en buscar a personas que usualmente no están en sus centros de trabajo para adquirir una firma o un sello. Cuando una cree que terminó esa travesía y al fin podrá insertarse en una empresa o institución resulta que no, que tienes que dedicar horas en hacer un curriculum vitae atractivo y profesional, tomarte una foto en donde te veas presentable. Redactas tus certificaciones y resulta que muy apenas se ajustan dos o tres renglones. Incluso tomar cursos de reclutamiento porque vas a pedir trabajo, pero no tienes que decir que sólo vas por el salario, cuando obviamente es sólo a eso por lo que vas, hasta parece un mal chiste.
Soy de las pocas personas de mi familia paterna que tiene estudios. Mi papá siempre nos ha dicho que esa va a ser nuestra herencia. Recuerdo que en la universidad nos hablaban de que estudiar Economía era una profesión que se expande a muchas áreas y que no tendríamos dificultad para conseguir empleo fácilmente, que el salario promedio es de 30 mil pesos. Según el simulador de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, con base en mis condiciones económicas familiares, de género y demográficas; con mi título de licenciatura mi probabilidad de participar en el mercado laboral es del 51 por ciento, la probabilidad de tener un empleo formal del 41 por ciento y se estimaría un salario promedio de 8,272 pesos; si obtengo mi título de posgrado las probabilidades tan sólo hacienden a un 58 y 51 respectivamente, con un ingreso mensual promedio de 10,668 pesos. Innegablemente, he tenido una movilidad social comparada a otros miembros de mi familia, pero según las estadísticas éste es el límite.