Pocas oportunidades se tienen a lo largo de la existencia de coincidir en tiempo y espacio con algunos de nuestros maestros de vida, ese porcentaje de probabilidad se reduce si pensamos que podemos respirar en la misma sala que ellos, que podemos escucharlos y verlos en tiempo real y que, además, podemos presenciar una clase magistral única, aprender no sólo a través de sus palabras, sino percibir el orden de sus pensamientos y ver a través de sus ojos las interpretaciones que tienen sobre otros genios.
Anne Carson nos deleita con sus epifanías cada vez que leemos o releemos uno de sus versos. Anne transmite esas ganas de observar el mundo y también de vivirlo con intensidad. Basta con sólo ver una de sus fotos para añorar tener una charla en el café de confianza, una sobremesa tras la cena o compartir un momento por efímero que sea. ¡Oh, diosas! Bastaría con verla a los ojos una vez en la vida.
Nuestra querida colaboradora Marifer Martínez Quintanilla tuvo la oportunidad de asistir a una conferencia magistral de Anne Carson sobre la Duda en el Museo Nacional del Prado en Madrid. Desde allá, a través de una experiencia llena de frío y lluvia, nos regala una cálida crónica sobre la aventura que significó atravesar la ciudad para llegar a una sala pequeña y acogedora que se inundó de las palabras de la magnífica poeta.
La emoción de los espectadores, jóvenes en su mayoría, se transmite en las descripciones y la narrativa personal de Marifer. Ella ahí, presente en cuerpo y alma, escucha las interpretaciones de la escritora, nos permite entrever cómo se abre el telón rojo para recibir sin barreras a la conferencista. Puedo creer el entusiasmo porque yo misma soy capaz de vivirlo a través de la lucidez de nuestra colaboradora, porque ella –lectora entusiasta de literatura y de la vida– nos permite a nosotros –también lectores– acompañarla desde que está en la primera fila de la taquilla del museo, pese a la incomodidad de una gota que cae una y otra vez por su cuello por el agua que se filtra en su paraguas.
Las palabras de Anne Carson tienen como motivo las obras de Goya, los cuadros de unos perros que contienen más allá de lo evidente: las capas renacen a través de la poesía vívida de la interpretación de una de las poetas con mayor maestría y genialidad de nuestros tiempos. ¡Qué más poético que una interpretación de una poeta! Las palabras ya de por sí están cargadas de significado y simbolismo, la obra de Goya ya de por sí tiene tanta genialidad que congela el tiempo y a la vez en la imagen resalta el movimiento de la vida, pero ¿qué pasa cuando confluyen las palabras e interpretaciones de una con la destreza del segundo? La respuesta es una obra de arte viviente y aquí, estimadas y estimados lectores, les traemos una probadita de lo que coexistió en una pequeña sala del Museo del Prado, en Madrid, a través de otra voz fuerte, impetuosa y emotiva: la de Marifer.
No lo olviden, juntos ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero