¿Qué palabras usaríamos si quisiéramos describir nuestro yo adolescente cotidiano? ¿Cómo describiríamos las calles y escalinatas que sirvieron de testigo para nuestra transformación de infante que se siente adulto a adulto que se descubre joven, con futuros inciertos, con rutas que todavía desconocemos, pero que intuimos de maneras complejas?
Probablemente durante muchas generaciones los Portales de Rosales han sido testigos de esperas, nerviosismo y emoción de saber que alguien más está próximo a llegar. Las escaleras del Antiguo Templo de San Agustín y del Teatro Fernando Calderón se han vestido de anécdotas que pasan y pasan, que se repiten, pero son a la vez únicas en sí mismas: dos besos no pueden nunca ser iguales, dos adolescentes que se toman de la mano podría parecer una postal que se refleja al infinito, pero siempre es un acontecer único para quien es el protagonista de esa historia.
Donde duermen los pájaros ha sido una película bien recibida en festivales, ciudades grandes y pequeñas, pero es un gran regalo para los zacatecanos que tenemos ante nosotros la experiencia de haber sido adolescentes caminando por el Cerro de la Bufa, esperando en una banca, viendo a nuestros amigos en un pedacito de lugar que se convirtió en nuestra guarida.
Hace poco, en una charla de café, mencionaba un amigo que era de pronto muy extraño y surreal a su manera ver algunas escenas que cortan una calle y que aparece otra. En un sentido estricto no hay falla en la secuencia, la gente no lo nota, excepto los zacatecanos que sabemos que aquel camino de punto A a punto B sólo sería posible con un salto temporal-espacial, bromeábamos al respecto. Sin embargo, otro amigo me decía que no había cosa más zacatecana que ir a caminar al cerro y eso es cierto, salir de casa y decidir subir a cualquier dirección te lleva a un eminente recorrido hacia la cima. Una de mis mejores amigas, por ejemplo, es la devota más fiel de trepar cerros, de contemplar la finitud desde un pedacito de piedra, oler las flores amarillas y recolectar lo que otros han dejado olvidado a sus pasos: palabras en las piedras, flores apiladas, encendedores olvidados.
Ser zacatecano es, sin duda, vivir en la cercanía con la posibilidad de aislarte un poco, pero qué significa para una adolescente zacatecana ser elegida para representar a una adolescente zacatecana en una película donde lo único que existe con certeza son las ganas de querer hacer algo original, que retrate el estado sin hacerlo turístico; el real, aunque las calles se muevan de sitio; el verdadero, el que desvemos cuando vamos en la ruta hacia el trabajo o la escuela, cuando un dios sigue siendo devorado por cuervos, mientras las personas que pasan debajo de él ni siquiera titubean al dar el paso, a veces pensando en la tarea inconclusa y la falta de sueño.
Aquí hay muchas anécdotas, hablamos de cine, de experiencia, de las trabas que el arte tiene para desarrollarse, abrimos el espacio para dialogar con el director de Donde duermen los pájaros, Alejandro Alatorre, y la coprotagonista de esta historia, Yuritzi Aguilar, quien además es muy querida por todo el equipo de El Mechero. Esperamos que disfruten de esta ciudad tan sólida y fluida, pero no lo olviden ¡juntos incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero