Por Perla Yanet Rosales Medina
Los seres humanos —y todo lo que conocemos— están compuestos de lo que se conoce como “materia bariónica”, que en realidad representa sólo el 5% del universo. El resto consiste en materia y energía oscura, de las cuales sabemos muy poco. Los átomos son la base de todo lo que conocemos en el universo. Según la teoría del Big Bang, en las etapas iniciales del universo predominaban el hidrógeno (H) y, en menor medida, el helio (He). Luego, en una etapa primordial se formaron los primeros protones que atravesaron procesos de fusión, los cuales fueron clave para los siguientes pasos evolutivos. Posteriormente, a lo largo de millones de años de evolución, se formaron materiales propicios para la vida.
Los seres humanos, así como los seres biológicos y otros entes no vivos, como planetas, estrellas, cometas, materia ígnea, entre otros, estamos compuestos por átomos. Entre los sistemas biológicos, los humanos somos uno de los más complejos.
En lo que respecta a los seres humanos, nuestro organismo está principalmente formado por cuatro elementos químicos: nitrógeno (N), hidrógeno (H), oxígeno (O) y carbono (C). El oxígeno es el más abundante, mientras que el nitrógeno es más escaso, representando aproximadamente el 65% y el 3.2% de la composición, respectivamente. Estos elementos constituyen el 97% del peso corporal de un adulto. Además, en cantidades menores, pero igualmente importantes, encontramos elementos como el sodio (Na), potasio (K), cloro (Cl), calcio (Ca), hierro (Fe) y magnesio (Mg) en nuestro organismo. También hay un pequeño número de elementos necesarios para el funcionamiento del cuerpo, como aluminio (Al), cobalto (Co), cobre (Cu) y zinc (Zn). Todos estos elementos, que componen el cuerpo humano, no se encuentran en estado libre, sino que forman enlaces entre sí.
La compleja composición química del cuerpo humano es el resultado de millones de años de evolución. La manera en que estudiamos y comprendemos nuestra composición biológica implica una jerarquización de los elementos que componen nuestro organismo. Esta jerarquía se aclara al considerar que, como seres humanos, poseemos un cuerpo que alberga órganos, los cuales, a su vez, están formados por tejidos. Estos tejidos están compuestos por grupos de células. Cada célula contiene organelos, como el núcleo, la mitocondria, el aparato de Golgi y el retículo endoplásmico, entre otros. Dentro de estos organelos encontramos compuestos químicos y moléculas que, en última instancia, están hechos de átomos. Esta descripción simplificada de nuestra anatomía revela una jerarquía en la que los átomos son la pieza fundamental.
Esta jerarquía no sólo implica una estructura espacial, sino también una dimensión temporal. A medida que avanza el tiempo, los procesos químicos en nuestro organismo están en constante evolución. La salud física puede influir en la naturaleza de esta evolución, que puede ser cíclica, decaer o, en algunos casos, intensificarse.
La comprensión actual del cuerpo humano y de sus procesos fundamentales representa no sólo un impresionante logro científico, sino que también tiene implicaciones fundamentales en la medicina, la nutrición y la farmacología. Nuestra salud está inextricablemente ligada a cómo equilibramos y gestionamos los químicos que componen nuestro organismo. Es bien sabido que la alimentación desempeña un papel crucial en el desarrollo humano, tanto en términos de actividad física como de salud mental. No podemos pasar por alto el hecho de que nuestros procesos mentales pueden influir en la liberación de sustancias que promueven el bienestar.
Este acercamiento hacia conocer un poco de nuestras piezas fundamentales nos puede llevar a pensarnos tan interconectados con todo lo que conocemos por el solo hecho de estar formados de las mismas piezas base, además de hacernos conscientes de que por muy simple que parezca cualquier acción que tenemos hacia nuestro cuerpo, esta puede tener grandes implicaciones en cuanto a los procesos químicos en que desemboque; llevar una vida saludable como alimentarse de acuerdo al plato del bien comer, realizar actividad física, tener pasatiempos que nos gusten y reducir niveles de estrés, entre otras cosas, pueden hacer la diferencia en el mantenimiento de un buen funcionamiento en todo nuestro metabolismo.
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Bibliografía
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Unidad didáctica 3: La química del cuerpo humano. (2018, 7 de febrero). Universidad de Guanajuato. Recuperado 9 de septiembre de 2023, de https://blogs.ugto.mx/enfermeriaenlinea/unidad-didactica-3-la-quimica-del-cuerpo-humano/