CAROLINA DÍAZ FLORES
La dermatitis seborreica es la enfermedad dermatológica más común después del acné y es de carácter crónico, por lo que no se cura, pero puede controlarse. Afecta a las partes del cuerpo donde hay mayor concentración de glándulas sebáceas como el cuero cabelludo, cara y espalda. La dermatitis seborreica se manifiesta a través de enrojecimiento, descamación y comezón que puede ser muy intensa, puede variar en severidad desde una simple irritación hasta una forma más grave y diseminada. Aunque su causa exacta aún no se comprende completamente, se cree que está relacionada con una combinación de factores genéticos, ambientales y la presencia de un hongo específico llamado Malassezia.
Causas:
El hongo Malassezia, que es parte de la flora cutánea normal, juega un papel crucial en la dermatitis seborreica. En condiciones habituales, este hongo no causa problemas, pero en individuos predispuestos, puede crecer de manera descontrolada. La presencia excesiva de este hongo lleva a una respuesta inflamatoria en la piel, contribuyendo a los síntomas característicos de la enfermedad. Además, factores como el estrés, las fluctuaciones hormonales y el clima frío o seco pueden exacerbar los síntomas. La predisposición genética también es relevante; aquellos con antecedentes familiares de dermatitis seborreica pueden tener una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad.
Síntomas:
La dermatitis seborreica se presenta típicamente con erupciones rojas, escamosas y grasosas. En el cuero cabelludo, puede causar caspa severa y enrojecimiento. En la cara, especialmente en las áreas alrededor de las cejas, la nariz y detrás de las orejas, la piel puede volverse escamosa y enrojecida. En los casos más graves, puede afectar áreas extensas del torso y las zonas intertriginosas (donde la piel se pliega), como debajo de los senos o en la ingle.
Diagnóstico:
El diagnóstico de la dermatitis seborreica generalmente se basa en la apariencia clínica y el historial médico del paciente. En algunos casos, se pueden realizar exámenes adicionales, como un raspado de piel para descartar otras condiciones cutáneas similares, como psoriasis o eczema. El diagnóstico diferencial es importante para asegurar que el tratamiento adecuado se aplique, pero lo habitual es que no se requiera de exámenes de laboratorio u otras pruebas para su tratamiento.
Tratamiento y manejo:
El tratamiento de la dermatitis seborreica suele ser multifacético e incluye medidas tanto tópicas como sistémicas. Los shampoos medicados que contienen fármacos antifúngicos, el sulfuro de selenio o el ácido salicílico son comunes para tratar la afectación del cuero cabelludo. Para las áreas faciales y corporales, los tratamientos tópicos que contienen corticosteroides suaves o antifúngicos pueden ser efectivos. Además, la modificación del estilo de vida puede desempeñar un papel en la gestión de la dermatitis seborreica. Mantener la piel limpia y bien hidratada, así como reducir el estrés, puede ayudar a controlar los brotes. Aunque la dermatitis seborreica no tiene cura definitiva, los tratamientos disponibles pueden ayudar a manejar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente.
La dermatitis seborreica es una condición cutánea común y crónica que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. A pesar de su impacto, con el enfoque adecuado en diagnóstico y tratamiento, los síntomas pueden ser controlados eficazmente. La comprensión de su etiología y el uso de estrategias de manejo apropiadas son fundamentales para aliviar los síntomas y mejorar la función y bienestar de los pacientes afectados. A pesar de que el tratamiento es accesible, lo recomendado es no automedicarse, pues el médico debe descartar otros padecimientos antes de iniciar cualquier tratamiento incluso aquellos que son tópicos como shampoos o cremas.