Por: Isaluna Torres
¡Hola a todos, amigos! Hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la desigualdad en nuestro país.
En México, la brecha entre los más ricos y el resto de la población es abismal. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del año 2020, ajustados a cuentas nacionales, para estar entre el 10% más rico se requiere contar con un ingreso mensual de 18,000 pesos por persona. Sin embargo, este umbral está muy lejos del límite inferior para pertenecer al 1% más rico, que exige un ingreso de 108,000 pesos por persona. ¡Una diferencia sorprendente!
Pero veamos más allá de estos números. Según la Encuesta Nacional sobre las Finanzas de los Hogares (ENFIH) del año 2019, para ingresar al 1% con mayor riqueza en el país, basta con poseer 7,000,000 de pesos ($7 millones) en riqueza neta. Sin embargo, si nos adentramos en el mundo de los multimillonarios, aquellos que aparecen en la lista de Forbes, estamos hablando de acumular una riqueza casi 3,000 veces mayor, es decir, cerca de 20,000,000,000 pesos ($20 mil millones). Y en México, tenemos al menos 14 personas que superan este umbral. Nombres como Carlos Slim, Germán Larrea y Salinas Pliego destacan en esta lista.
Estos datos nos invitan a reflexionar sobre la magnitud de la desigualdad económica en nuestro país y sus implicaciones. Pero, además, es importante no perder de vista la realidad de la pobreza en México. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2020, el 41.9% de la población se encontraba en situación de pobreza. Esto significa que millones de personas luchan diariamente para satisfacer sus necesidades básicas y acceder a oportunidades de desarrollo.
La desigualdad económica y la pobreza no sólo generan dificultades en términos de acceso a recursos y oportunidades, sino que también perpetúan otras formas de desigualdad, como la de género. Las mujeres, en particular, enfrentan desafíos adicionales debido a la brecha salarial, la falta de acceso a empleo digno y la limitada participación en puestos de liderazgo y toma de decisiones.
Es fundamental que abordemos la desigualdad desde múltiples perspectivas y promovamos políticas públicas que busquen reducir estas brechas. La redistribución equitativa de la riqueza y la promoción de oportunidades igualitarias son elementos clave para construir una sociedad más justa y equitativa.