Por Othniel Ruiz
La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre, que con el tiempo conduce a daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios. De todas ellas, la más común es la diabetes tipo 2, que se presenta generalmente en adultos, y ocurre cuando el cuerpo se vuelve resistente a la insulina, o no la produce en suficiente cantidad. En las últimas tres décadas, la prevalencia de la diabetes tipo 2 ha aumentado drásticamente en todos los países sin importar su nivel de ingresos.
Un dato que de alguna manera da sentido al fuerte crecimiento de las tasas de sobrepeso y obesidad, enfermedades por sí mismas, pero también destacados factores de riesgo para el desarrollo de la diabetes mellitus, es que la difícil situación económica impide a las familias acceder a insumos alimenticios de mejor calidad nutricional, y que el consumo de bebidas con excesivos contenidos de azúcar se duplicó en nuestro país en tan sólo siete años en el grupo etario de 12 a 18 años, lo que sumado a los malos hábitos alimenticios y al sedentarismo, actúan como detonantes.
No obstante, esta enfermedad también presenta algunas otras manifestaciones a nivel general del organismo, como en la cavidad oral; en esta, debido a las complicaciones sistémicas las propiedades de la boca hacen que los pacientes diabéticos tengan un mayor riesgo de padecer infecciones u otras patologías a nivel oral.
Caries, ulceras orales, candidiasis, xerostomía (alteración de la calidad y cantidad de saliva) y enfermedad periodontal, son las enfermedades de mayor incidencia en pacientes diabéticos, sobre todo en los que se encuentran mal controlados. Es importante mencionar que una mala salud oral dificulta el control de los niveles de glucemia, es por eso que la diabetes y la salud bucal están estrechamente vinculadas, y ambas deben abordarse para mantener una boca y una vida sana.
Una vez diagnosticada la diabetes, hay que controlar y prevenir las manifestaciones orales en este tipo de pacientes para evitar el progresivo avance y un deterioro de la calidad de vida. Para ello, haremos un sencillo conjunto de pasos a los que llamaremos “La triada de la prevención”, la cual consiste en:
Seguir una estricta higiene bucal, cepillándose los dientes meticulosamente después de cada comida, utilizando pastas fluoradas y no olvidar el uso de hilo dental para la limpieza interdental, y uso de enjuague dental, al menos una vez al día.
Mantener hábitos saludables, como el control de la glucosa en sangre, mantener un peso estable, llevando una dieta adecuada, haciendo ejercicio regularmente, evitar el consumo de alcohol y tabaco.
Llevar un seguimiento regular, acudir a las citas médicas de control, tomar los medicamentos recetados por un médico profesional, al igual que las consultas con un dentista para el control de caries y sarro; todo esto en conjunto, darán mejores resultados tanto para la enfermedad en sí, como para las manifestaciones en boca.
En conclusión, la prevención y cuidados de la enfermedad y las manifestaciones generales y las que se presentan en boca, resultan indispensables para una calidad de vida más confortable para el paciente diabético, al igual que todo lo anterior, puede evitar que la diabetes mellitus se desarrolle, la cual es una enfermedad de alta prevalencia en México.
Los cuidados en la dieta, el ejercicio regular y acudir a los profesionales de la salud, garantizan que esta enfermedad una vez desencadenada, no avance de manera alarmante y ponga en riesgo la vida de las personas con diabetes mellitus.