
LUISA ESPINOSA CARMONA
“Solo estoy comiendo más sano” “Es un detox de 21 días” “Estoy en ayuno intermitente por salud”… Y mucho más.
Lo que tenemos normalizado como salud, disciplina y fuerza de voluntad, suena a autocuidado, pero desafortunadamente en muchas ocasiones solo es: miedo al cambio corporal, culpa al comer, una búsqueda inadecuada de delgadez; en general una muy mala relación con el cuerpo y con la comida. En nombre de la “salud”, las dietas populares (entiéndase por alimentaciones restrictivas recomendadas mayormente en redes sociales) pueden ser el disfraz perfecto de patrones y conductas propias de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA).
No todos los TCA se ven iguales, ni muestran los mismos síntomas. Vemos como cada cierto tiempo vuelve a estar en tendencia el restringir “los malos alimentos”, evitar carbohidratos, las grasas, el gluten (aunque la mayoría de las veces no saben qué es), los lácteos y largo etc. En un mundo donde el cuerpo delgado es un canon de belleza y un símbolo efímero del éxito, es un proyecto eterno en donde la voluntad se sobrevalora y lo dañino se normaliza. Muchas personas viven con hambre, miedo o vergüenza al comer, mientras reciben halagos por su “disciplina” (es un gran momento para recordarte que del cuerpo ajeno no se habla).
Los TCA no son exclusivos de los cuerpos delgados ni de las mujeres. La conductas alimentarias de riesgo pueden verse como la obsesión por comer de manera “limpia”, ejercicio excesivo, restricción de grupos de alimentos, miedo al comer algo diferente del plan de alimentación que sigues, malestar emocional al no ir por un día al gimnasio, ingesta de suplementos nutricionales y/o fármacos con la intensión de la disminuir el peso corporal, ayunos prolongados, sensación de perdida de control al comer, etc. Comer se vuelve un ciclo de control, y cualquier desvío, una avalancha de malestar emocional.
Como se menciona anteriormente, las redes sociales, ya sean digitales o físicas, pueden reforzar este tipo de ideales. Influencers sin formación nutricional recomiendan ayunos prolongados, suplementos restrictivos o dietas sin respaldo científico, todo bajo el hashtag #healthy o aún peor cuando se ve a profesionales con formación nutricional o médica (sin conocimiento ni ética) haciendo eco a estas recomendaciones.
La salud se convierte en una careta de la estética, y si no encajas en el molde, algo estás haciendo “mal”.
Pero ¿cuándo un cambio en los hábitos alimentarios deja de ser saludable?: Cuando empieza a ocupar demasiado espacio mental, cuando genera culpa, aislamiento o miedo, cuando ya no se come con placer, sino con cálculo, cuando la comida se deja de ver como lo que es y se le agrega un cargo moral.
La comida debe nutrir, no castigar. Y el bienestar no tiene forma única, ni talla estándar.
A veces, lo más valiente no es tener disciplina o fuerza de voluntad para seguir una dieta, sino pedir ayuda.