Ezequiel Carlos Campos
Tenía 19 años. En 2013 cursaba mi primer semestre en la Licenciatura en Letras, en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Eran tiempos donde la pasión por el conocimiento literario, los libros, las y los autores, sobrepasaba la barrera de mis intereses. Mi madre se preocupaba por mí, la única luz de sol era la que conocía cuando iba a clase; de ahí, sólo la oscuridad solitaria de mi habitación, con el olor de los libros. Era un sujeto guardado.
Al final de ese primer semestre, en la materia de Introducción a la Letras, el profesor nos encargó la redacción de un ensayo de diez páginas. Tema libre. Yo venía leyendo la obra completa, hasta entonces, de Xavier Velasco, ya que mis padres me obsequiaron la edición conmemorativa de Diablo guardián por mis buenas calificaciones al finalizar la preparatoria. Él me acompañó durante esos meses. La redacción del ensayo equivalía un 8.5 final de la calificación, si contamos las participaciones y las asistencias que complementaban el currículo de la clase. Los 2.5 puntos restantes se ganarían si lográbamos publicar el texto. En ese entonces no sé si los demás compañeros lograron terminar el ensayo, pero lo que sí sé es que sólo yo lo publiqué.
Sí, desde el primer día de clase el profesor nos habló de la publicación. Los meses pasaron, las lecturas y la escritura de la tarea igual, pero cuando se acercó la fecha no hubo manera de que mandáramos los textos y se dictaminaran a favor, los aceptaran y, de inmediato, publicarlos, ya sea en un espacio físico o virtual. El tema de los blogs estaba más en boga, pero lo virtual no tenía, como hoy, tanto impacto. Yo quería mi 10, cumplí con la redacción y, pese a las fallas lógicas de este tipo de trabajos primigenios, estaba lista para buscar un espacio. En 2013 no era nuevo en publicaciones, ya tenía un par de cuentos publicados en distintas revistas, así que sabía cómo era el proceso de una publicación.
Teníamos sólo un par de días para publicar el ensayo y sacar la máxima calificación. Algo impulsó las palabras que dije al maestro, no sé si una fuerza del futuro o fue mi yo de años siguientes, pero le pregunté si podíamos publicar el ensayo en un blog, que si podía crear uno y pasarle el link. Sí. Ahí surgió El Guardatextos, nombre que acumula mi yo de hace diez años: el que lee textos y el que se guarda con ellos, el que guarda los textos y se guarda a sí mismo, el que guarda en un baúl los textos leídos en clase de los compañeros como recuerdo de la universidad.
Primero de diciembre, primera entrada: “El Guardatextos es un blog literario donde los jóvenes escritores publican sus textos inéditos o ya publicados, esos ensayos, cuentos, poemas, capítulos de novelas que se escriben con tanta pasión y amor. La finalidad de El Guardatextos es que esos textos salgan a la luz, se puedan leer y se queden guardados como en una biblioteca, como en un baúl, y los lectores consulten las obras y no se pierdan jamás. Este blog literario es el impulso a que los escritores jóvenes de estos tiempos crezcan como literatos, se conozcan sus textos, y que esto sea parte de los inicios de las carreras de estos escritores. ‘Un creador demuestra su talento cuando convierte una experiencia de tipo individual en una experiencia colectiva’, Mario Vargas Llosa” (https://www.elguardatextos.com/2013/12/el-guardatextos.html). Inmediatamente después lo primero de lo primero: “Lindas etapas de la vida: la niñez y la adolescencia. Análisis de Violetta y Xavier como personajes transgresores en Diablo guardián, Éste que ves y La edad de la punzada de Xavier Velasco” (https://www.elguardatextos.com/2013/12/lindas-etapas-de-la-vida-la-ninez-y-la.html). Una semana después el segundo ensayo, días después la pequeña biblioteca iba creciendo, hasta llegar al día de hoy.
Ese mes de diciembre de 2013 publicamos 6 textos. En todo 2014 fueron 35. En 2015 dos textos más que el año anterior. En 2016 hubo un incremento considerable, al publicar 55. 2017 fue la apoteosis de las publicaciones, fueron 100. Al año siguiente, sólo 48. En 2019, 52. En el pandémico 2020, 65. 2021, 29. 22, sólo 33. Y en lo que va del 2023, hemos dado apertura a 28 textos. En total, 484 publicaciones en diez años, más 567 mil visitas. A comparación de los números actuales de nuevos espacios, de aplicaciones como YouTube, likes en redes sociales, estos números quedan muy por debajo. Yo lo veo de una manera diferente: más de medio millones de lecturas a los textos guardados en nuestra página web. Miles de lectores que diariamente abren alguna publicación y la leen. Para mí los números no importan.
Hasta la fecha, la gran mayoría de escritores jóvenes y de trayectoria de Zacatecas han pasado por nuestro espacio. Hemos realizado distintos dosieres de cuento y poesía como promoción de la literatura local, pero también en otras latitudes; ejemplo de ellos son los especiales de poesía chilena, salvadoreña y peruana; asimismo, nuestros países colaboradores son Argelia, Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Francia, Perú, Portugal, Uruguay, Venezuela y México, por supuesto.
Cabe señalar también la labor que hemos destacado a la traducción, con la realizada de varios poemas de Cecco Angiolieri por parte de Alberto Avendaño; así como la publicación de dos números de fanzines, uno de poesía y otro de cuento (junio de 2017 y marzo de 2018, respectivamente); y también la publicación de una columna escrita por un servidor, titulada “El pequeño guardatextos”; entre los géneros destacan la poesía, autobiografía, conversación, crónica, ensayo, cuento, novela gráfica, opinión y reseña, en lo que respecta el dossier, la educación y la literatura.
No sé hasta cuándo las energías y el ánimo nos alcancen para seguir acumulando más textos en nuestro baúl; creemos necesario saber que, en cualquier momento, cercano o lejano, El Guardatextos quede en el limbo literario de la virtualidad. No hay manera para agradecer a todos y cada uno de nuestros autores, lectores y seguidores. Diez años son muchos. Nuestra humilde biblioteca estará siempre disponible en www.elguardatextos.com.