Por Ezequiel Carlos Campos
La caligrafía es un pendular constante de la pluma en la hoja; es un trazo sin movimientos de arriba abajo, de izquierda a derecha, que construye un discurso de tinta, “un denso / tejido de palabras”. Vemos la hoja ser llenada por el color. Imaginamos a alguien con buena letra, como nos acostumbraron en la escuela, o quizá con una letra cuneiforme, pretérita, porque pocos la pueden entender. Seguimos viendo la hoja, y ahora nos fijamos en quien la llena, quien escribe el texto y, en pocos segundos, lo firmará. ¿Qué le da vida al texto?, ¿las letras, la caligrafía, la tinta, la mano, el autor? Con su puño y letra vemos que el poeta sella la autoría de sus poemas. Eso es lo que vemos justo ahora, cuando la pluma da el último movimiento. Sin embargo, la poesía emerge de la mano creadora, de un retrato humano que pronto (o ahora) está muerto. Esta caligrafía no sólo forma letras, palabras, oraciones, sino contornos de figuras de hombres y mujeres que fueron, son o serán, dentro del papel, de la vida, sobreviviendo. Y esta pluma también se asemeja al cuchillo, a la pistola, como un asesino firmando, con su puño y letra, las muertes. Así el poeta, utilizando su arma contra el vacío del lenguaje, creando con su propia sangre versificada las líneas del poema. Esta arma, su arma, su pistola, su pluma, herirán a quien ose leer estos poemas firmados con el puño y letra de Óscar de Pablo (Cuernavaca, 1979), enfatizando su autoría propia y en conjunto con la del lector para crearse a sí mismos, cantándose mutuamente, porque la poesía también es una escritura personal que adquiere trazos externos que se vuelven de uno mismo: el arma, ya sea una pluma o una pistola, construye memoria, y la memoria es colectiva.
II
Óscar de Pablo, en Puño y letra, con una caligrafía de largo aliento, al estilo del romance o elegía, caligrafía versificada como los versículos que también fueron, en puño y letra, escritos por los profetas, esboza la vida de algunos que ya no están, que fueron desaparecidos por las creaciones de otros, o sobre situaciones en específico (quizá) en la vida del poeta, incluso remembranzas hacia personajes históricos que necesitaban de esta caligrafía para surgir entintados: por estas páginas encontramos a David Aguilar Mora, trotskista mexicano desaparecido en Guatemala; el asesinato de Mariano Ferreyra, dirigente de la Federación Universitaria de Buenos Aires; poemas al cielo de la sierra de Chihuahua; hallamos a Tolomeo III y su carga de elefantes, cuyo ideal hizo aumentar los volúmenes de la biblioteca de Alejandría, protegiendo y promoviendo la cultura; Jan Potocki y su creencia de ser un hombre lobo y tomar un arma y quitarse la vida; de Teresa Urrea, “La Santa de Cabora”, quien fue una mística famosa por sus conocimientos en medicina herbolaria y santidad; aparece san Jordi y su dragón, a la vez que los libros, los instrumentos, de los que todos somos parte; hallamos aquí ciudades, que pueden ser las nuestras, asimilándose como monstruos, como vías eternas como nuestras venas de la piel, ciudades que, mediante la palabra, construyen su propia poesía; encontramos a Nicolás Copérnico y su revolución de los astros que giran alrededor del sol, incluso alrededor del poema; hallamos a Patroclo y su valentía; a Alicia y al conejo que corre eternamente; aparece la noche de Walpurgis, con miles de mujeres acusadas de brujas, entre ellas Catalina Kepler, madre de Johannes Kepler, en donde también danzan, poéticamente, éste, Freud y la Gestapo, obra magnífica de la acusación; por estos poemas viajamos de época en época, desde la de los dioses prehispánicos, con Hécate como diosa extrajera, hasta Guillermo II, pasando también por La Habana y Ecatepec.
III
Pero pueden ser estos personajes históricos retratados en puño y letra por de Pablos, o ser otros muchos con el mismo nombre e historia, porque la poesía es un espejo de otras realidades. Quien lea este libro encontrará guiños, como ya se vio, de ciertos personajes, acontecimientos, poética, rítmica e imaginariamente dibujados; con la necesidad de ser expresados, escritos. Lo que hace Óscar de Pablo es darle voz a la historia, su historia, la historia de sus libros, firmarla como se firma algo que nos pertenece y a la vez no; lo conocido, las historias que el poeta necesita contar, caligrafiar. Con su arma, su pluma o su pistola, el poeta retrata la violencia de los acontecimientos pasados, ¿por qué la poesía funge como señal de sangre en las calles? Estos poemas recrean vidas, momentos, situaciones de violencia, como un canto hacia el dolor, a la impunidad, al miedo de vivir lo que vieron aquellos o aquellas, de lo que leemos en los periódicos, en las redes sociales, en los libros, aquella violencia del que la literatura no logra zafarse mediante su música o ritmo. Óscar de Pablo, con su puño y letra violenta, ofrece a los lectores un tipo de crimen más tranquilo: tejer la ciencia, la política, la historia y la sociedad para crear poesía. De Pablo acompaña a su pueblo en su lucha cotidiana, ayudándose del lenguaje.
IV
Hay poetas de libros y hay poetas de poemas. Los primeros refieren a los autores que, pensando en su forma, sus temas, construyen sus libros para darle una estructura uniforme, con un principio y un fin, una intensión; los segundos se preocupan por que cada poema, en sí mismo, funcione como un todo, por eso la labor de estos poetas es la construcción de una antología de poemas, de temas y formas distintas, variaciones que, se percibe, redundan en la motivación, gustos e ideales de quien los escribe, en donde el único hilo conductor es la creación de imágenes y buscar la musicalidad conjunta. Así percibo yo Puño y letra, una antología de poemas, escritos en varias etapas de su autor.
Todos los poemas de este libro son una conmemoración de tinta, porque sabemos que algo está pasando, el poeta, con su puño y letra, habla a sus lectores como si ellos supieran de qué habla, de aquella vez, de aquel tema, de entonces, de cuando esto y aquello, de cuando el lector leyó su libro y no se dio cuenta de la caligrafía de su autor. Algo destacable en este libro es que se unen la violencia y el ritmo, ¿qué libros recordamos que tengan estas dos cosas juntas? El juego de esta caligrafía poética de Óscar de Pablo es dar un giro a las imágenes de sus poemas: aquellos duros suenan como cantos alegres, aquellos versos alegres son derrumbados por alguna palabra, imagen o ritmo que rompe la candidez de la música, y cada que lees sus poemas “Sabes exactamente lo que va a suceder”. Así es de Pablo, le gusta jugar con su campo semántico, en donde un ganso es asemejado a un cuchillo, a una piedra y después a una almohada.
Firma estos poemas: Óscar de Pablo. Firma este texto: yo.
Óscar de Pablo, Puño y letra, Fondo de Cultura Económica (Col. Poesía), México, 2023.