SARA ANDRADE
Abro TikTok y lo primero que me aparece es un muchacho pidiendo silencio. La siguiente escena es una foto de Xóchitl Gálvez, luciendo poco “estética” para la plataforma. Se le va la papada, tiene los ojos entrecerrados, parece más la mamá del muchacho que acaba de aparecer. Habla sobre sus gelatinas, se saca un chicle de la boca y lo pega en la silla en la que está sentada. La canción que suena de fondo dice “bye bye” y, enseguida, una seguidilla editada de videos de Claudia Sheinbaum aparece, en la que luce absolutamente normal, sólo que es más delgada, está erguida sobre su asiento y, además, está hablando en un inglés que se puede presumir. Ése es el punto de este video. Que veas la diferencia moral entre una y otra, no por lo que tengan qué ofrecer como candidatas a la presidencia, continuadoras de una tradición política, sino por como lucen en la pantalla.
Podría desestimar estos videos como un meme. Podría pensar que esta tendencia gringa del mewing y del maxxlooking no tiene la mayor importancia, pero he visto lo que este tipo de publicaciones hacen en las personas. Es cuestión de recordar el asunto de Cambridge Analytica, o los memes rusos cocinados en el Kremlin para influenciar votantes, o como Pepe The Frog se convirtió en un silbato de perro para el fascismo radical entre los usuarios de 4Chan. Parece chiste, pero precisamente ahí está la verdad, guardada entre los pliegues de la ironía y de la jerga retorcida de los Gen Z y algunos millenials perdidos en la marea cruel de estar en línea.
Entonces veo que el debate sobre quién será nuestra próxima presidenta se lleva a cabo en edits irónicos. En algunos, Xóchitl aparece vestida de dinosaurio, diciendo que vendió 600 gelatinas para salir adelante. En otros, es Claudia cayéndose en la tarima y el metro de la Línea 12 cayéndose al suelo, en una espantosa comparación. Cuando me sale Jorge Álvarez Máynez en el FYP, lo pintan como un Samuel García con menos carisma, surfeando a duras penas la ola viral de Movimiento Ciudadano. No ha tenido un momento “fosfo, fosfo” y, por lo tanto, es irrelevante.
Pero lo que veo entre las candidatas de Morena y del PAN es su potencial de prestigio. ¿Cómo luces mejor? ¿Votando por Claudia o por Xóchitl? En una época en la que tener “cara de sirena” o “ojos de cazador” es la divisa más valiosa, el presumir a tu candidato debe tener la misma gravedad que tu elección de teléfono celular. Qué cringe tener un Android. Qué cringe no saber qué significa sigma, Ohio y potaxie. Qué cringe votar por la señora con papada, cuando puedes votar por la flaca de apellido lituano.
Que tampoco es medida segura. El video que me sale debajo de Claudia haciendo mewing es uno de Samuel García entrando a su Cybertruck, tomado de la mano con Mariana Rodríguez. La voz detrás del teléfono le grita “¡Samuel! ¡Tú eres mi presidente!”.