ALEJANDRO MURILLO
La Ilíada es posiblemente la epopeya griega con el mito más extendido a lo largo de los años: El caballo de Troya. En esta historia, Homero, narra los acontecimientos ocurridos durante 51 días del último año de la guerra de Troya. De dicha guerra, destaca especialmente el modo en el que tuvo desenlace la misma, y es que, la estrategia utilizada por los griegos para poder entrar a la ciudad amurallada de Troya es una estrategia a la que comúnmente se le hace alusión en la cultura popular.
Para poder dar paso a la entonces amurallada Troya, los griegos idearon una nueva treta, un gran caballo de madera hueco. El cual, fue ocupado por soldados griegos. Se convenció a los troyanos de que el caballo era una ofrenda a Atenea y una señal de paz. Los troyanos introdujeron el caballo en la ciudad e hicieron una gran celebración por la ‘tregua’ que habían ofrecido sus enemigos. Una vez caída la noche, cuando la ciudad entera dormía, las tropas griegas contenidas dentro del caballo salieron de éste y, aprovechando el momento vulnerable de los ciudadanos troyanos, abrieron las puertas de aquella ciudad amurallada para permitir la entrada del resto de combatientes, dando pie a la masacre del pueblo troyano y la posterior quema de la ciudad.
Fue la estrategia utilizada, el Caballo de Troya, lo que permitió a los griegos entrar a la ciudad amurallada que tanto tiempo y esfuerzo les había costado. Por esta razón, y por lo ingeniosa que resultó esta estrategia, el Caballo de Troya se hizo un hueco en la cultura popular, la cual extendió el mito popular del Caballo de Troya en todas sus formas.
Tal ha sido el impacto del Caballo de Troya que, en gran cantidad de contextos e incluso áreas importantes del conocimiento, podemos encontrar una referencia al mismo. En gran variedad de contextos existen claros ejemplos de la estrategia griega, y es que dicha estrategia representa un peligro y un miedo mayor: el no ver venir el peligro. En este sentido, la psicología no es la excepción, posee su propio caballo de Troya: el psicópata.
El psicópata representa el ejemplo ¨perfecto ¨ caballo de Troya, puesto que se vale de una fachada de aparente benevolencia, esto con la finalidad de poder entrar a la vida de sus probables víctimas y, una vez que está dentro, destapar su verdadera fachada y causar el mayor daño posible, tal como lo fue la estrategia griega.
El encanto superficial que poseen los psicópatas, y que le sirve perfecto como camuflaje de su verdadera cara, es la principal característica de los mismos. Y es que, la capacidad de mimetización que poseen estos individuos es tal que no sólo logran ocultar la maldad inexorable de sus intenciones, sino que incluso logran ser percibidos como individuos de un carácter bondadoso, con gran generosidad, muy empáticos, y de carácter benevolente, lo cual llega incluso a destacarlos por el resto de las personas, las cuales no pueden ser ubicadas como psicópatas.
El psicópata constituye el ejemplo más preciso de la estrategia de los griegos, pudiendo incluso ser ubicado como el Caballo de Troya moderno.