Atenea Cruz
Para Alejandro Paniagua
22 de octubre
Querido diario:
La vida vale la pena por las películas. Ojalá pudiera meterme en una, como pasa en La rosa púrpura del Cairo. Yo sí me quedaría dentro. Odio mi vida. Odio a mi papá.
31 de octubre
Mi tía nos llevó a la cineteca al maratón de Halloween, era de 24 horas, pero sólo vimos The skeleton key, se trata de una muchacha que estudia para enfermera y trabaja cuidando viejitos, pero le hacen vudú. Me gustó mucho.
2 de noviembre
El otro día vi una lista de recomendaciones de películas de terror y me topé con El día de la Bestia. Medio asusta, pero al mismo tiempo es muy chistosa: se trata de un padrecito y un metalero que están tratando de impedir el nacimiento del Anticristo. Nada más que como es española de pronto no se les entiende lo que dicen y eso que en México hablamos el mismo idioma. Me quedé pensando en que la Navidad es una fecha importante porque está cargada de energía, como que se abren portales.
6 de noviembre
Hoy en la tarde se pelearon mis papás. Abdiel quiso defender a mi mamá, pero papá le metió un puñetazo en el estómago que lo dejó tirado. Yo me encerré en el baño. Me da vergüenza ser tan cobarde, pero es que cómo no va a pegar duro papá, si todas las mañanas antes de irse a trabajar se pone a hacer pesas con música de Iron Maiden a todo volumen. No le importa que sean las cuatro de la mañana y que los demás estemos dormidos. Es horrible despertar escuchando Bring your daughter to the slaughter. Ya nada más de escuchar que mencionan a Iron Maiden siento que me empieza a doler la panza de nervios.
15 de noviembre
Hoy pasaron Viernes de locos en el canal 7. Me quedé pensando que estaría bueno poner a papá en mi cuerpo y pegarle, para que viera lo que se siente. En la noche que llegó de trabajar le gritó a mamá porque me sirvió la cena antes que a él: dice que ella tiene preferencias, que le arruinó la vida cuando salió embarazada de mí, que somos unos parásitos. De verdad lo odio.
17 de noviembre
Hoy acompañé a mamá a la Cruz Roja porque papá la aventó contra la pared y le quebró un brazo. Me dio coraje que en el hospital, cuando le preguntaron cómo se accidentó, ella dijera que se había caído. La enfermera no le creyó. Cuando nos quedamos a solas le dije que nos fuéramos de la casa, al fin que Abdiel y yo podemos trabajar. Ella nomás se soltó llorando. Me hizo prometerle que no voy a dejar de estudiar. Pero no pienso aguantar más tiempo así.
30 de noviembre
Estuve investigando y creo que di con la solución. No sé si funcione, pero nada se pierde con intentar, más que dinero. Definitivamente no me alcanza con lo que tengo ahorrado de las tareas que vendo.
14 de diciembre
Hoy fuimos a casa de la abuela para ponernos de acuerdo para la cena navideña. Papá dijo que no nos iba a dejar participar en el intercambio, que mi tía nos da regalos sólo para humillarlo, que la Navidad sin dinero vale madre, que las fiestas familiares son pura hipocresía. Lo que no sabe es que, al menos yo, sí voy a hacer un intercambio con él.
20 de diciembre
Compré dulces para vender entre mis compañeros, me fue bien hasta que el maestro de Matemáticas me los confiscó. Como quiera ya me alcanza, nomás quería sacar algo extra por si se ofrecía. Mañana voy a faltar a clases para ir al mercado a surtirme de lo necesario.
24 de diciembre
Hoy es el gran día. No tuve tiempo de practicar más que con los perros de mi tía; la primera vez no pasó nada, la segunda salió bien. Ojalá funcione con personas.
25 de diciembre
Hice el ritual mientras mi familia pedía posada. Casi al final me paré en seco porque todos empezaron a gritar. Pasamos la madrugada del 25 en la Cruz Roja: a papá le dio una embolia que casi lo mata. No sé si se me pasó la mano o me equivoqué en alguno de los pasos. A lo mejor no debí usar a Lucky para el cambio.
1 de enero
Siento que este Año Nuevo sí traerá cosas buenas. Como papá sigue con su mal carácter, mamá lo mandó a vivir a la azotea. La verdad es que vigila bien la casa, aunque de repente se pone igual de loco que antes. Ya me ha mordido. No se ha dejado vacunar, debe ser porque siempre le tuvo miedo a las inyecciones. En general, las cosas están mucho mejor. Lo único malo es que tenemos que encargarnos de cuidar su antiguo cuerpo, pero lo hacemos entre todos. A Lucky tampoco no le gustó el cambio, se la pasa dormido y cuando lo alimentamos nos gruñe. Ya estoy pensando en cómo solucionarlo.
Cuento incluido en Hágalo usted misma, de editorial An.Alfa.Beta.