PERLA YANET ROSALES MEDINA
El comienzo de las tradiciones olímpicas se remonta al 776 a.C. en la antigua Grecia, donde se estableció que los juegos se presentarían cada cuatro años. Además, se distinguieron por hacer de éste un evento cultural, presentando música, teatro y poesía, en un esfuerzo por ligar cultura y deporte. En sus inicios, se creía que los Juegos Olímpicos servían como tributo a los dioses y la recompensa para aquellos que resultaban vencedores no era algo que realmente cambiara sus vidas, sino la admiración de sus compatriotas.
Fue hasta 1,500 años después del inicio de los juegos que los ganadores olímpicos comenzaron a recibir recompensas materiales, como patrocinios por parte de personas adineradas y una vida como celebridades. Éste fue el nacimiento de los Juegos Olímpicos modernos. Fue Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos y del pentatlón moderno, quien postuló que los atletas olímpicos debían ser aficionados, es decir, no debían recibir paga ni contratos por participar en la más exigente competencia deportiva. El Comité Olímpico era muy estricto con sus reglas, pero éstas sólo parecían dejar en desventaja a los atletas de clase baja y media frente a los deportistas de élite. Prueba de ello es el caso de Francis Thorpe, quien ganó en pentatlón y decatlón en 1912, pero sus preseas fueron retiradas luego de que su entrenador declarara en una entrevista que el joven tenía un empleo como beisbolista semiprofesional y ganaba 5 dólares por partido.
Los Juegos Olímpicos no sólo han sido clasistas, sino también sexistas. Prueba de ello es que la participación de las mujeres no ocurrió hasta 1900. En esos juegos participaron 997 atletas, de los cuales sólo 22 eran mujeres, y la competencia fue en sólo cinco deportes: tenis, vela, croquet, eventos ecuestres y golf. Las competidoras sólo participaron en tenis y golf.
No fue hasta 1971 que el Comité Olímpico se flexibilizó con sus reglas; la norma de que los deportistas debían ser amateurs y la de que no debían recibir patrocinios fueron suprimidas. Durante las Olimpiadas de 1968, Tommie Smith y John Carlos, tras completar una final de 200 m ganando oro y plata para Estados Unidos, protestaron contra el racismo levantando el puño al sonar el himno nacional. Pero esto no fue todo, al momento de recibir las medallas, Carlos elevó sus zapatos, dejando ver la marca Puma, lo que se convirtió en publicidad ideal para la compañía.
Los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976 supusieron una pérdida de alrededor de mil millones de dólares. Ante la quiebra, al Comité Olímpico se le ocurrió un nuevo invento: “acuerdos de patrocinios exclusivos”. Así fue el comienzo del negocio de los Juegos Olímpicos. En los Juegos de Los Ángeles en 1984 hubo una derrama económica de 200 millones de dólares, pero este dinero no llegó a los atletas. En un ciclo olímpico, el Comité gana alrededor de 7 mil millones de dólares; los directores tienen un salario de unos 50 millones, mientras que los atletas no obtienen nada.
En este punto, podemos ver claramente el capitalismo en su máxima expresión: un puñado de millonarios haciendo negocios y miles de personas siendo explotadas, rindiendo un esfuerzo sobrehumano, superando límites con tal de alcanzar una idea de éxito también vendida por sus explotadores. La realidad económica de la mayoría de los talentosos atletas es una vida muy dura, dedicada a más de dos trabajos, con el 50% de ellos recibiendo salarios menores a los de un trabajador de una empresa transnacional. Los atletas deben aprovechar al máximo sus cinco minutos de fama, tratando de incorporarse en la publicidad de alguna marca o de obtener regalías de alguna forma, ya que el Comité Olímpico no tiene ninguna política que los beneficie. Otro dato alarmante es que el 90% de los atletas sólo asisten a unos Juegos Olímpicos en su vida, limitando así las posibilidades de incorporarse en más campañas publicitarias.
Aunque estos eventos siguen siendo escenario de proezas deportivas, no podemos ignorar la desigualdad e injusticia que sigue acompañando la vida de muchos de los atletas.