GIBRÁN ALVARADO
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El lugar sin límites es una novela publicada en 1966 por el escritor chileno José Donoso, debo confesar que no la he leído, apegado a ello, mi comentario se centra sólo en el filme realizado por Arturo Ripstein en 1978. Siempre me ha parecido importante compaginar las dos experiencias artísticas, literatura y cine, cada uno de los soportes proporciona elementos relevantes que destacan determinados aspectos. Por cierto, parte de la trama de este filme me hizo recordar Temporada de huracanes (2017), el libro de Fernanda Melchor, del que si vi su adaptación cinematográfica, presentada en 2023.
Llama la atención que los paralelismos tengan que ver con las formas en que se sigue viendo y tratando a las personas de la comunidad LGBTQ+, aunque la trama puede tener otros aspectos interesantes como la toma de decisiones a través de un solo personaje que juega, hasta cierto punto como el poseedor, dominador y “benefactor de todo el pueblo, Don Alejo representa la autoridad en toda la extensión de la palabra y tras sus intenciones pareciera demostrar cierta generosidad hacia los habitantes de El Olivo, el sitio que poco a poco se va quedando sin habitantes y cuyo único epicentro pareciera que es el prostíbulo que regentan La Manuela y La Japonesita.
Dentro de todo ese entramado y pequeño mundo que se le podría denominar el lugar sin límites está un personaje que demuestra, así como Don Alejo, todo lo que se puede encasillar en un macho mexicano promedio y hasta el nombre, Pancho, el hombre que causa pavor a Manuela y Japonesita por igual, dentro de ese miedo se evidencia el deseo mutuo, pero hay algún rencor, un secreto que casi al final del filme se devela y lleva a un cierre que evidencia todo lo que está detrás de las intenciones de varios personajes, de este modo, El lugar sin límites es la metáfora de toda una idiosincrasia enraizada en la sociedad.
La película de Arturo Ripstein, así como me imagino que debe ser la novela de Donoso, sigue muy vigente en el entorno actual, las violencias hacia la comunidad LGBTQ+, pese a los mínimos avances hacia el total respeto de los derechos humanos, están a la orden del día y está en nosotros propiciar ese cambio, que la literatura y el cine nos sirvan para visibilizar y concienciar sobre estas problemáticas.