Fotografía: Sarah Martínez
MARÍA ELENA LLAMAS
Si algo ha hecho bien el gobierno de David Monreal es poner de acuerdo a amplios sectores de la sociedad en que el suyo es uno de los peores gobiernos estatales que se recuerdan en la historia de Zacatecas. Incompetentes e incapaces de abordar la grave crisis de seguridad en la entidad, además de ser considerados como terroristas laborales que confunden la austeridad con hacer las cosas de manera inapropiada.
Durante la marcha conmemorativa del Día Internacional de la Mujer mostraron otra faceta ofensiva de su forma de «gobierno»: el autoritarismo más vulgar, violento y represor en contra de las mujeres. Sin importar la opinión que el lector o la lectora tenga sobre el feminismo o el 8M, creo que todos podemos llegar al consenso de que es indignante que, estando en uno de los estados más afectados por la violencia en los últimos años, se utilice un operativo masivo para reprimir a muchachas, mujeres y niñas desarmadas. Hay varios testimonios de menores de edad y transeúntes que se vieron afectados por un uso excesivo e inconsciente de gas lacrimógeno.
La vocación represora del Monrealismo queda manifiesta con los varios testimonios de periodistas, quienes no hacían más que su trabajo y fueron violentadas, retenidas e intimidadas de manera completamente ilegal.
La brutalidad demostrada contra la población civil no es más que otra muestra de la terrible forma de gobernar de una familia que ha convertido Zacatecas en su feudo personal.
Como ciudadanía, este escenario nos obliga a actuar. Resistirnos al poder de este apellido es ahora una urgente responsabilidad civil, social y política. Sin importar nuestras diferencias ideológicas, podemos estar de acuerdo en que debemos cortar los tentáculos de este monstruo que se alimenta de la sangre, el dolor y la miseria de los zacatecanos.
El Monrealismo ha hecho metástasis en nuestro estado y no nos queda otra opción que extirparlo como el tumor maligno que es.