ENRIQUE GARRIDO
Pocas cosas sucedieron en el año en que nací. Por ahí hablan de revoluciones que tiraron regímenes comunistas, el término de la Guerra Fría, anuncio dado por George Bush padre y Gorbachov en su momento, aunque todos sabemos nunca terminó. En realidad, considero que fue una época bastante, bastante gris, al grado de coronarse con mi nacimiento. Quizá si fuera polaco celebraría que a partir de entonces hubo elecciones libres, en la medida de lo posible, claro.
Finalizaba la década de los ochenta, época del auge de grandes del pop como el hoy cancelado Michel Jackson (y el mítico álbum Thriller), Madonna, Elton John, The Police; también de grandes del rock como The Cure, Depeche Mode, U2, Guns N’ Roses y Metallica. Los noventa nos traería el grunge con Nirvana y Perl Jam, pero, 1989 sólo fue un año de paso. Imagino mi nacimiento como un pasillo de espera al que llegan los noventa. Sin embargo, hubo algo que sí marcó mi vida, y la de muchos de mi generación, un fenómeno cultural que definió gran parte de nuestra forma de ver el mundo, y no, no fue la caída del muro de Berlín.
Pese a que aparecieron por primera vez el 19 de abril de 1987 en el show de Tracey Ullman con una colección de cortos, razón por la que hace unos días celebramos su día mundial, el hoy legendario “Especial de navidad” se transmitió el 19 de diciembre de 1989 (casi esta columna no existe). Desde entonces los Simpson se han convertido en un referente en cuanto a cultura popular se refiere.
Alguna vez escuché el término “generación amarilla”, el cual alude a aquellos coetáneos que comparten referencias o expresiones propias de la serie, y que se expande a lo largo del mundo. Cabe señalar que los Simpson surgieron en un momento donde la televisión tenía el impacto que hoy tiene internet, por lo que su presencia en la televisión fue masiva. Yo los vi en el canal 7, de TV Azteca, al igual que muchos que nos criamos con televisión abierta, etapa que me recuerda a ese oscuro personaje de Jim Carrey en The Cable Guy.
Ahora bien, resulta importante señalar algo que pasa desapercibido en esta era de la cancelación a la menor provocación: los Simpson eran una caricatura contracultural, que cuestionó los valores cívicos y el American Way of Life de su tiempo. Tengo algunos amigos que no vieron la serie en su momento, porque sus padres no se los permitían. Bart era el niño problema por excelencia, al cual, varios conservadores de aquel entonces quisieron cancelar, pues promovía la falta de respeto a los padres; Homero, un hedonista amante de la cerveza y las donas no debía ser un ejemplo a seguir. Famoso el capítulo “El mal vecino” (episodio 13, temporada 7) donde aparece el ya mencionado George Bush padre (de hecho también Gorvachov al final, con la increíble línea de Homero: “Ajá, trajiste a tus amigos comunistas”) como un vecino que lleva una disputa con Homero después de que el expresidente nalgueara a Bart por destruir sus memorias. Bueno, resulta que, en algún momento, tanto Bush como su esposa criticaron la serie por promover antivalores. La respuesta fue un episodio épico y con más carga política. También está el episodio de “Lisa contra la Baby Malibú” (episodio 14, temporada 5), un verdadero manifiesto de feminismo en contra de los estereotipos de aquel entonces, así como una parodia de la hoy revivida Barbie.
Aquí no hay espacio para manifestar todo mi bagaje Simpson, así como para expresar mi agradecimiento a dichos personajes amarillos, dado que sus diálogos me han abierto la posibilidad de conocer a muchas personas de distintos contextos. Probablemente lo haga en ocasiones posteriores. De lo que estoy seguro es que, si te identificaste con esta columna, como con la serie en general, la vas a poder terminar, porque no hay mejor manera de compartir nuestra pasión que a través del diálogo, o “Plan dental…”