SARA ANDRADE
Si quieres hacer uso de todas las funciones de OpenAi, más allá de las peticiones absurdas que puedas hacerle a ChatGPT, puedes pagar desde 20 dólares al mes. Con estos 20 dólares, puedes acceder al chat, al generador de imágenes y a su propio buscador. Con esos 350 pesos (más o menos) puedes ser el maestro absoluto del universo y, como un Dios, crearlo todo a partir de la punta de tus dedos. Solamente tienes que escribir en el buscador: yo mismo, fotorrealista, ojo de pescado, en la cima del mundo, controlando el universo como un Dios.
O bueno, si eres capaz de escribir una petición. Si eres capaz, por supuesto, de leer las instrucciones y comprenderlas.
Lo que me parece increíble de toda esta ordalía sobre la inteligencia artificial y el arte es que, por muchas razones, hemos llegado a considerar que lo que tenemos que reemplazar es nuestro disfrute a la hora de crear arte. Nuestros grandes señores feudales han decidido que debemos seguir trabajando, sin remuneración justa, sin acceso a la salud y a la educación, y que, si nos portamos bien (y pagamos 20 dólares al mes) nos permitirán disfrutar de la digestión de la historia del arte a través del estómago virtual de un sistema informático. ¡Increíbles noticias! ¡El futuro es increíble!
Por lo tanto, ya no tenemos que preocuparnos en leer grandes libros con palabras muy complicadas; ahora, podemos pagarles 20 dólares para que un programa te reescriba El Gran Gatsby y puedas entender qué diablos pasaba con esos nuevos ricos en las ricas propiedades de Long Island. Aunque, quizá, lo que OpenAi no pueda decir es qué se siente ser tú mismo y leer El Gran Gatsby por primera vez. Lo que no te podría explicar en una lista de 10 concisos puntos es que lo que pasa en tu cerebro (y, oh, en tu caprichosa alma) cuando te encuentras ante el estilo vívido y maximalista de F. Scott Fitzgerald, ni sobre el miedo que da leer sobre los ojos siempre abiertos del doctor Eckleburg, ni sobre lo que experimentas cuando lees sobre la belleza y la crueldad casual de Daisy Buchanan, del desasosiego de Nick Carraway, de leer las últimas líneas y pensar que, efectivamente, no somos más que pequeñas barcas en las corrientes de la historia, esperando a que una buena mañana, nos permitan volver al pasado en el que podíamos leer y escribir y hacer arte sin ser devorados por una máquina a imagen de nuestro egoísmo.
¿Sabías que la luz verde representa el deseo inalcanzable de Jay Gatsby? Te lo juro, me lo acaba de decir ChatGPT. Aunque también me dijo que, quién sabe, quizá una luz verde es solamente una luz verde y ya. El dueño del universo eres tú, ¿no es así? ¿No puedes leer tú la novela de Fitzgerald y sacar tus propias conclusiones? Oh, yo pensaba qué…Bueno, no importa. Si me depositas 20 dólares a mi cuenta, te puedo decir qué pensar sobre esta columna también.