Carlos Flores
Han pasado alrededor de 70 años desde que el rhythm and blues fue descubierto por el mundo occidental, ese ritmo de la comunidad negra en Norteamérica que nacía del dolor y la pena sufrida por cientos de años por un pueblo esclavizado que pese a haber conseguido constitucionalmente su libertad, por muchos años siguió siendo excluido de muchos procesos relevantes para su país. Su música es un lamento agridulce, una especie de ironía frente a la adversidad, construida con base en un ritmo agradable y pegajoso que no pudo pasar inadvertido por la comunidad blanca.
El blues era una manera de vivir más que un género musical, por lo que la comunidad blanca no podía comprenderlo del todo. Lo más cercano que pudieron sentir fue la música que escribió un joven blanco de familia acomodada que había convivido con gente negra desde su niñez, y que un día se le ocurrió grabar una canción para su madre. La influencia de la música negra estaba ya en su cuerpo, había vivido y compartido su vida con esa gente, por lo que los productores de la empresa, que un primer momento no le pusieron atención, descubrieron tras haber escuchado más a fondo la propuesta del joven Elvis, que eso que tocaba y cantaba tenía un enorme potencial.
En esa canción el mundo negro y el blanco encontraron un elemento en común que los uniría como nunca antes en la historia. Sin embargo, la élite de la comunidad blanca no lo veía con buenos ojos, por lo que se empeñó en combatir esta expresión juvenil. Con Elvis Presley, el rhythm and blues se convertiría en rock and roll, pues cuando debutó en televisión con más de 60 millones de espectadores, miles de jóvenes blancos descubrieron de repente que querían ser como él: un blanco haciendo música negra. La década de los 50 se convirtió en la era del rock and roll.
Por tal razón, y siguiendo la sentencia: si no puedes con el enemigo únetele, los enemigos del rock and roll utilizaron los medios fáticos y esa misma música para combatir este fenómeno musical. Así, mediante una guerra de disqueras donde la conservadora ASCAP que veía en el joven género un peligro para las buenas costumbres por sus referencias sexuales y sus intentos de protesta contra el sistema, y con el vedado apoyo del gobierno y la censura, la ASCAP fue ganando la guerra contra la disquera BMI que apoyaba esta expresión, atacando además a las estaciones de radio y los locutores que promovían la música no conveniente. Con la producción e invención de artistas “carismáticos”, poco a poco la radio se fue llenando de canciones cursis y melosas, ridículos intentos de rock and roll que se vendían como pan caliente incluso en la pantalla.
Sin embargo, la semilla había sido plantada y ya había dado muchos frutos, y aunque la época dorada del rock and roll duró casi una década se fue apagando a finales de los 50, opacada por esta música manipulada por los medios que ocupó casi toda la década de los 60. A mediados de 1965 el rock and roll evolucionaba y daba paso a un nuevo género: el rock, ritmo derivado del anterior, pero con sonidos un poco más duros y ásperos, así como también su contenido. Los jóvenes habían aprendido a expresarse, y no sólo a eso, sino también a empatizar con el mundo negro y con aquellos sectores marginados que luchaban por ser escuchados, pues el panorama que había dejado la guerra parecía menos inocente y más abierto que el anterior, donde la gente tal vez confiaba más en sus gobiernos y sus políticos, pues esta guerra devastadora e impersonal (la Segunda Guerra Mundial) estaba muy lejos de las legendarias batallas del mundo clásico y medieval que dejaba héroes para la posteridad; ésta sólo dejaba viudas, tullidos, hambre y pobreza, y quedaba claro como nunca antes que los únicos beneficiados de tal conflicto eran las élites en el poder. Hoy en día el rock ha perdido mucha fuerza y los medios han ganado la batalla, nuestros jóvenes parecen tener poco que expresar con respecto a la libertad.