SARA ANDRADE
Mi opinión poco popular es que la misoginia nunca es un buen look.
Ustedes dirán, de qué hablas, Sara Andrade de la Manícula semanal. A nadie le parece que la misoginia sea cool. Estamos viviendo en pleno siglo XXI, a punto de cumplir un cuarto de siglo como la sociedad más humana y avanzada. Y, sin embargo, yo los veo a todos ustedes retuitar publicaciones maliciosas, compartir memes crueles y burlarse de mujeres que, en su santo e inocente juicio, son merecedoras de ese trato.
Un par les ha de estar pasando por la cabeza. La víctima de moda ahora mismo es Ángela Aguilar. Sus crímenes morales, los que castiga este Santo Oficio punto com, son peores que los que cometen los genocidas del Medio Oriente. Sobre todo porque es fácil. Nunca ha existido nada más fácil en esta cultura que odiar a una mujer sin razón. Mientras que el sufrimiento palestino es “un asunto complejo de muchos matices”, el odio hacia Ángela Aguilar es “justo y necesario” y, sobre todo, enteramente su culpa.
Su linchamiento es espeluznantemente detallado. Todo lo que es ella pasa por la trituradora voraz del juicio del vox populi. Su físico, su carrera, su familia, sus palabras, sus acciones. Todo está mal, todo es digno de escarnio. La abuchean en público, le desean la muerte, la consideran el peor enemigo a la sociedad mexicana desde la guerra contra el Narco.
Y me parece que escucho las quejas en contra de mi observación: “No puede ser que estés comparando un genocidio con la infidelidad de Ángela Aguilar”, “Ella es demasiada rica/famosa, así que no importa”, “¿Acaso estás defendiendo a una mujer que se robó a la pareja de otra mujer? Vaya feminismo”.
A la gente que odia a las mujeres no les gusta que se lo señales, cosa rara. Buscan justificaciones, escapadas éticas, excusas del tipo “pues es lo que todos hacen, ¿ya le reclamaste a todo mundo?”.
A mí no me importa la vida de Ángela Aguilar. No escucho su música, no la sigo en redes sociales. No la amo, ni la odio. No me importa ninguna celebridad, de hecho, porque no conozco a ninguna.
Sin embargo, conozco y amo a muchas mujeres que han cometido el error de engañar a sus parejas, de ser cringe on main, que no son ángeles perfectos, que se equivocan y que mienten y que decepcionan y que me hieren; conozco y amo a mujeres que son humanas y no son perfectas y solo por esa razón no soy capaz de ir a mi perfil de Facebook a declarar en voz alta que cierta celebridad es una puta que merece la guillotina pública por ser una mujer.
En este sentido, sí que me siento moralmente superior a todos esos que buscan la destrucción de la reputación de mujeres feas, tontas y mezquinas, que no han cometido otro crimen más que el de habitar en un sociedad patriarcal que las detesta. En ese sentido, yo uso mi tiempo en Internet para mejores cosas, como por ejemplo: ver videos de Moo Deng, leer entradas de Wikipedia, usar filtros en Instagram, escuchar el soundtrack de Wicked, guardar recetas para panqués, mandarles mensajes a mis amigas y tías y primas y decirles que las quiero, que son hermosas, que sin ellas mi vida no sería lo mismo.
Parece que escoger el amor es una cosa difícil para muchos de ustedes. Not a good look.