Las texturas se sobreponen unas a otras, son como si las pieles se tocaran unas sobre otras a través de los colores, las plastas y las técnicas. Los rostros permanecen, aunque no impolutos, en alto contraste: niños, mujeres, hombres y sonrisas, caras serias y objetos que personalizan, como los anteojos. En el fondo se alcanzan a ver las partes descompuestas de algunos otros objetos: propaganda de la vida cotidiana conviven con algo que no se alcanza a ver, pero se intuye, hay movimiento detrás de las capas, entre los manchones y las líneas definidas.
Víctor Mora juega con los límites entre lo fluido y lo sólido, lo de aquí y lo de allá, el lenguaje y la lengua, los colores y los forrajes. Guarda en un frasco las historias que sólo se alcanzan a percibir entre la luz y la tinta, no tenemos mucho contexto, pero no es necesario para entender lo que los rostros tienen qué decir.
En esta “Electrografía líquida” el concepto importa, pero no pesa. Convive el engranaje rocoso de la sociedad con el interno individuo que se convierte en colectivo. El yo es visible, tangible y se desenvuelve: conviven las infancias, las maternidades y paternidades, amistades y desconocimientos, como si cada uno de los frascos, cuadros y relieves fuera un microcosmos social flexible, fluido, mojado.
La familia también tiene un centro importante en esta serie, el grabado principal muestra a distintos niños y a los que parecieran que son sus padres. Nadie sonríe, salvo la madre, quien muestra una sutil sonrisa. No se perciben los ojos, pero no es necesario para sentir el orgullo materno materializado en una fotografía que ya ha sido diluida, ahora es líquida, acompañada del aura mística y el contraste de lo mortal, lo pueril y el capital, “conducida por un hilo común”.
Mora explica la técnica para realizar esta serie expuesta en la Casa Municipal de Cultura de Zacatecas, también explica la teoría que acompaña la propuesta estética, pero más que una u otra, les invito a salirse de su propia sociedad líquida para entrar por un ratito en otra, la que propone con su obra Víctor.
No lo olviden, ¡juntos incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero