Por Ana Guadalupe Rodríguez Mancha
Cuando hablamos de la adolescencia viene a mi mente la maravillosa y en muchas ocasiones delicada etapa de la experimentación, donde las dudas, la incomprensión y los cambios físicos inundan cada mente que adolece. En esta etapa según las decisiones de cada persona, puede ser fabulosa o verdaderamente dolorosa en la transición de la infancia a la adultez.
La peor combinación de los jóvenes en desarrollo es, en primer lugar, una nula comunicación con sus padres y, en segundo lugar, una desinformación o información alterada; en primera porque, al ser una etapa en la que surgen cientos de dudas, y que en no pocas ocasiones no se tiene la suficiente confianza con los progenitores por distintas razones como nuestros miedos, entonces, dado esto, se buscarán respuestas en personas no capacitadas y mal intencionadas o bien en los distintos medios de comunicación, como las propias redes sociales, y en segundo lugar la inmadurez en el lóbulo frontal buscará de forma impulsiva experimentar sensaciones nuevas.
El embarazo en la adolescencia es un fenómeno mundial con causas claramente conocidas, con graves consecuencias físicas, sociales y económicas, cada día 1,000 mujeres mexicanas adolescentes entran en un estado gravídico, por múltiples causas, incluyendo el bajo nivel de educación, bajo acceso a planificación familiar, nivel socioeconómico bajo, cultura y por si fuera poco una desintegración familiar galopante, entre otros tantos factores.
La consecuencia física que florece en un embarazo en adolescentes es el alto riesgo de malnutrición, ya que por obvias razones habrá una competencia entre adolescente propio desarrollo natural de éste y la formación de una nueva vida (feto) para la obtención de nutrientes, factor preponderante que contribuye a presentar partos prematuros, malformaciones, elevación de la tensión arterial en el embarazo, hemorragias durante el parto y más del 50 % de probabilidades de muerte del producto en las primeras semanas de vida.
Las esferas social y económica se alteran y, como consecuencia, llega en muchas ocasiones el abandono de estudios muchas veces por la falta de apoyo de los mismos progenitores, para luego incursionar en el ámbito laboral que en no pocas ocasiones con deficientes prestaciones, por otro lado la inestabilidad o desintegración familiar se convierte en la cereza del problema, alterando la tipología familiar y el ciclo vital, presentando crisis paranormativas y otorgando roles inesperados como el cambio de padres a abuelos proveedores y de hijos (as) jugando a ser padres no funcionales.
La prevención no es sólo un problema de salud, sino que va mas allá, por ello la sociedad, la familia y la educación deben hacer sinergia para lograr resultados en la disminución de un problema de salud pública, como es el embarazos en adolescentes, donde sin lugar a dudas se debe fomentar una educación sexual adecuada desde casa, con reforzamiento en las instituciones educativas, en los programas de escuela para padres es una buena oportunidad para concientizar a la familia de la importancia y el impacto que tiene el prevenir estas situaciones, reforzar las emociones en el adolescente, por medio de inteligencia emocional y proyectos de orientación vocacional y lo más importante quitar las ideas conservadoras para poder informar con claridad sobre los métodos anticonceptivos y que ésta sea basada en evidencia real del impacto que conlleva el embarazo en adolescentes. La prevención empieza con la educación y la educación empieza en casa con cada fruto que la familia siembra en las niñas, niños y adolescentes.