Por Diego Varela de León
En varios esbozos hemos compartido la importancia del tema del derecho como medio de prevención de las conductas anticonstitucionales y en este sentido volvemos a evocar a Immanuel Kant, quien asentó que el hombre es un fin en sí mismo, no un medio para la consecución de fines ajenos. Esto quiere decir que el Estado de Derecho surge para atender a los individuos, conforme a las atribuciones y funciones democráticas que le han sido conferidas y que se vinculan con los aspectos y problemáticas de la vida cotidiana de la sociedad. El Estado de Derecho, dicho de manera general, es un Estado de Leyes, es decir, un Estado que debe transitar en la cultura de la legalidad.
Los derechos y libertades sin duda son imprescindibles en la cotidianidad, mismos que tenemos que respetar, cuidar, promover, vigilar su vigencia y aplicación, enseñar a las nuevas generaciones a favorecer y todo aquello en lo que su existencia misma y razón de ser deba apreciar y conservar como garante de las derechos humanos y las libertades de los individuos, son razones fundamentales que todas y todos los ciudadanos debemos privilegiar. Y es que en todo lo referente a los derechos fundamentales y las libertades públicas, antes que tratarse de un asunto de exigencias y de créditos, es un tema de protección y de afirmar las garantías del ciudadano consideradas como indispensables entre unos y otros.
La sociedad desde su nacimiento y formación ha procurado y buscado transitar en el mundo de las ideas y el pensamiento basados en que la inteligencia y la razón estén por encima de la violencia y transgresión de los derechos de terceros y evitar arribar a los campos de batallas y el uso de la violencia, donde se privilegie como arma principal de los debates la palabra en el diálogo basado en la razón y desterrando la ignominia. Todos tenemos el derecho y la oportunidad de luchar por nuestros ideales, de defender nuestros principios y refrendarlos en contra de todo tipo de intolerancias, tiranías y cacicazgos, para alcanzar la justicia, la libertad y la igualdad entre los hombres con base en los fundamentos del laicismo. Sostengo que nadie puede valer más que su semejante distinguiéndonos entre unos y otros por nuestros valores y principios, trabajo, virtudes y talentos, donde el poder no sólo nos faculta para dirigir las obras, sino para buscar y discutir los medios que deben sostenerlas.
El artículo 6° de nuestra Carta Magna cita que “la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado” al igual que en el artículo 11° de nuestra máxima legislación cita entre otras cosas que “toda persona tiene derecho para entrar en la República, salir de ella, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto u otros requisitos semejantes”.
Hoy tal parece que el avance de las fuerzas oscurantistas y retrogradas quieren sentenciar a la hoguera a la sociedad tal como en la época del oscurantismo contraviniendo todo precepto legal, ya con el tema de los libros de texto gratuito, la salud o el campo, donde la mayoría de las veces mal informan a la sociedad, llamando a la intolerancia y al desacato del estado de Derecho y ciertos estamos que el hombre no es perfecto, sino perfectible y tal vez haya áreas de oportunidad para avanzar en la mejora continua, y que debemos estar ciertos de que no todo está mal como lo asientan e igual aceptar que tampoco tan bien como lo llegaron a asegurar, y en la intolerancia llaman a la radicalización de las manifestaciones que si bien tienen todo el derecho a manifestarse, pero también tienen la obligación de respetar los derechos de terceros donde la gran mayoría de la sociedad trata en su día a día de trazar su camino hacia el perfeccionamiento de los hombres en busca de una esperanza a la cual todos tenemos derecho, pero además la obligación de construir una mejor sociedad basada en la inteligencia y la razón, y los derechos de unos terminan exactamente donde inician los derechos de los otros.