ALEJANDRO MURILLO
La figura del psicópata en la sociedad actual suscita un sinfín de malos entendidos, puesto que, debido a la masiva extensión errónea que presentan los medios de entretenimiento, existe mucha confusión en cuanto a la actividad delictiva del psicópata. La gran mayoría de veces éste tiende a ser equiparado con el asesino en serie, incluso llegando a emplearse el término de asesino en serie/ psicópata como si de sinónimos se tratasen, cuando nada más lejos de la realidad, pues, si bien es cierto que existen individuos que pueden pertenecer a ambas categorías, esto representa sólo una pequeña parte del porcentaje total de psicópatas.
Es preciso señalar entonces que no todos los psicópatas son asesinos en serie ni todos los asesinos en serie son psicópatas. En este sentido es conveniente precisar que, de hecho, la gran mayoría (en torno a un 85-95%) de los casos de psicópatas corresponde a la subcategoría de psicópatas integrados, los cuales son también llamados psicópatas funcionales, puesto que presentan una fachada aún más llamativa a la par que encubridora de sus verdaderas intenciones, como si la analogía del caballo de Troya estuviese dotada, además, de un brillo particular que lo hace aún más llamativo y abona al propio encubrimiento del que se vale el psicópata.
El psicópata integrado no asesina, o al menos no en un primer momento, puesto que este subtipo de psicopatía se encuentra constantemente en los límites de la ilegalidad y la legalidad, pero siempre trasgrediendo los preceptos morales. Esto no quiere decir que nunca vaya a delinquir, por el contrario, el psicópata integrado se encuentra a sólo un paso de delinquir y de las maneras más atroces posibles; sin embargo, no cruza esa línea, no hasta que se asegure que la posición en la que se encuentra puede causar el mayor daño posible, no es un psicópata criminal, pero para ello se encamina. La imagen más clara del psicópata integrado es el violentador de pareja: el constante agresor y manipulador de la pareja es el mejor ejemplo de psicópata integrado, puesto que el perfil de estos agresores se ha podido estimar del siguiente modo:
• Entre un 80 y un 85% de los agresores de pareja corresponden con un perfil de psicópata integrado.
• Solamente entre un 20 y un 15% de los casos de violencia en pareja tienen su origen en el consumo de alcohol o drogas.
A partir de estos datos es posible extraer las siguientes conclusiones: por un lado, si la gran mayoría de los psicópatas son ubicados como integrados y la gran mayoría de estos mismos se pueden ubicar como agresores de la pareja, entendemos a la vez que el agresor de pareja es un potencial feminicida con una fuerte predisposición a realizar este atroz acto. De este modo, se puede llegar a entender que, la gran mayoría de psicópatas no son asesinos en serie (como se ha hecho creer), sino que más bien, la gran mayoría de psicópatas embonan más con el perfil del feminicida que del asesino en serie.