
Escritura o extensión del cuerpo
Hay libros que se escriben con las manos, otros con el cuerpo entero. Y hay unos pocos (raros, temblorosos, vivos) que se escriben con aquello que nos falta. Prótesis, el nuevo libro de Gustavo Íñiguez, parece venir desde ese lugar inexacto donde las palabras no alcanzan y por eso mismo se estiran, se deforman, se injertan como piezas extranjeras en el tejido de lo real.
En esta entrevista, Íñiguez se revela no sólo como poeta, sino como artesano de lo invisible. Nos habla del lenguaje como un artefacto que nunca es neutro: una herramienta, sí, pero también un cuerpo prestado. Una extensión espiritual que intenta palpar lo innombrable. El poema, dice, no es sólo un acto estético, sino una forma objetual de mirar el mundo. Un ojo de vidrio con el que la materia nos devuelve la mirada.
Este número de El Mechero recibe con gusto la palabra de Gustavo Íñiguez, quien nos recuerda que el poema no es lo que se pronuncia, sino lo que se intenta rozar cuando el lenguaje tropieza con sus límites. En ese borde quebrado, donde la lista sustituye al relato y la forma asume su lugar de objeto espiritual, habita este libro que está por llegar.
Y mientras esperamos la aparición de Prótesis, queridas lectoras y estimados lectores, nos quedamos con una certeza inquietante: hablar, escribir, es siempre un acto de amputación. Y también de invención. Lo prostético, lo poético: lo que falta, y sin embargo, nos sostiene. Con lo que tenemos y las ausencias, con la extensión del cuerpo y la amputación del mundo, no olviden que juntos ¡incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero