ÓSCAR ÉDGAR LÓPEZ
Una señora de unos sesenta años nos alcanzó a mi amigo el cronista y a mí en la plaza, estábamos platicando alguna frivolidad; ella, desesperada, nos pidió que le ayudáramos a descargar unas cajas con libros de su camioneta, tardamos más de veinte minutos en bajar toda la biblioteca que había pertenecido a su marido finado unos meses atrás. Revisé con compulsión fetichista la colección del acaecido arquitecto, tenía ejemplares muy difíciles de conseguir de poetas locales, revistas universitarias, casi toda la primera colección “Lecturas mexicanas SEP/FCE”. Mientras nadaba absorto en aquel bufet pensé en mis queridos libros, ¿cuál será su destino una vez yo muera?, ¿terminarán engrosando la polvosa biblioteca municipal?, ¿se convertirán en combustible para una ingrata cena entre pepenadores? A nadie le importa la biblioteca de uno como a uno mismo, al dejar todos nuestros volúmenes en el desamparo y la orfandad ¿no sería bueno mejor no poseerlos, darles salida apenas realizada la lectura? Pero eso cuesta un enorme trabajo, es una pena sólo imaginarlo, luego me decido a disfrutar de ellos mientras me sea posible, no importa si al final van al vertedero o, en el mejor de los casos, se transforman en dinero para regocijo de familiares y amigos.
La relación con los libros es un delirio muy personal, así como cada cual establece vínculos con personas, así los bibliófilos adoramos a nuestros ejemplares de peculiares maneras: hay quienes los explotan cruelmente como instrumentos técnicos, quienes los acumulan por ser vistosos, otros los leen furtivamente y unos más los consideran auténticos talismanes. Yo soy de los dos últimos, disfruto su lectura y gozo acumulándolos, aunque en cada mudanza jure que me detendré. Existen además en infinitas maneras y estilos, de tantos temas como pueda insinuar la más loca imaginación. Los ejemplares con autógrafo, las primeras ediciones y las ediciones de autor suelen ser los favoritos de muchos coleccionistas, para otros es imprescindible reunir toda una serie o pretender abarcar la totalidad de un tema. Sea cual sea la relación romántica con ese objeto sensual que es el libro, quienes adoramos no sólo la lectura sino al objeto mismo, nos embarcamos en un frenesí orgásmico con cada volumen adquirido, nos apasiona su diseño, la tipografía, el empastado, el olor a nuevo o a viejo, recorremos con lujuria y fruición cada una de sus partes como si se tratara del cuerpo de la pareja adorada.
El libro objeto, libro de artista y libro obra, son tres variantes de este mismo apasionamiento pero llevado a un clímax más profundo y envolvente. Hace falta, como en el amor romántico, dejarse guiar por la fantasía y la ilusión. Ulises Carrión publicó en la década de los años setenta del siglo XX el ensayo El arte nuevo de hacer libros en el que aborda los “libros obra” término que él mismo acuñó para referirse a un tipo de libro que, sin dejar de lado el ejercicio de leer, planteara más posibilidades en sus elementos temáticos y compositivos, tanto de fondo como de forma. De inicio establece ciertas acotaciones acerca del libro: un libro es una secuencia en el espacio, un libro es una sucesión de espacios, un libro obra se lee como un libro literario, un libro obra es una obra que se plantea como libro. Bajo estos parámetros podemos imaginar que hablamos de un matrimonio harto singular entre las artes gráficas, el diseño editorial y la literatura.
Adrián Ruiz Esparza Gonzáles es un creador e investigador del arte que realizó un libro obra en homenaje a Ulises Carrión y sus postulados teórico-prácticos en torno a la edición y la lectura. La pieza tiene el nombre de: Libro Carrión, es un rectángulo forrado con tela, con pastas rígidas, al abrirlo se encuentra una caja y dentro de esta una serie de folios unidos con hilo que se despliegan hacia arriba y forman una especie de obelisco; cada hoja tiene letras, frases y palabras que remiten al texto de Carrión arriba mencionado, además de otros “grafismos” que recuerdan a la escritura al margen que realiza cualquier lector dedicado. El libro obra de Esparza Gonzáles es coherente con las meditaciones del autor al que refiere y homenajea, al mismo tiempo se nos presenta como una propuesta autónoma, que como toda creación artística, ha bebido del manantial de las influencias y de esa forma se inserta en el diálogo necesario para que una pieza de arte pueda charlar y comunicarse con la cultura. El libro está lejos de desaparecer, la más novedosa tecnología, al contrario de lo que pueda suponerse, no hace sino reforzar el antiguo y apasionado vicio de coleccionarlo, el libro obra es para el coleccionista amateur y especializado un boleto siempre vigente a la investigación y el goce absoluto.
Título: Libro Carrión
Autor: Adrián Ruiz Esparza Gonzales
Libro-obra, 2024
Facebook: Adrián Ruiz Esparza Gonzales