Por Diego Varela de León
Las sociedades, desde las más antiguas hasta la nuestra, han buscado, aunque en muchas ocasiones sin lograrlo del todo, una convivencia en paz y armonía, mediante la interacción respetuosa de todos los miembros de la comunidad, a lo que se ha denominado paz social, aunque siempre han estado presentes las conductas antisociales y los conflictos, de los cuales uno de los más graves ha sido la conducta antisocial que transgrede el Estado de Derecho establecido, por tal razón el Estado ha utilizado el castigo mediante la pena como medio para disuadir a sus integrantes de realizar determinadas conductas antisociales, así es como se desarrolló el Derecho Penal, tipificando dichas conductas como delitos a los cuales asoció sanciones penales como medio único para prevenir el delito, por lo que aunado a esto surgió la idea de prevención como un elemento fundamental para impedir su realización y evitar llegar a la aplicación de la pena.
Y estamos ciertos de que ninguna sociedad podrá evolucionar hacia el progreso si no existe orden y respeto que generen armonía y paz social; entonces, pues para lograrlo es fundamental la seguridad pública, la cual se alcanza a través de una serie de elementos o factores sobre los que se tiene que reflexionar, es decir, por medio del análisis de las causas y factores se delinea la política criminológica en materia de seguridad pública y prevención. y entendemos que la seguridad pública es el servicio que brinda cualquier Estado para garantizar la integridad física de los ciudadanos y sus bienes, mediante la prevención, investigación, persecución de los delitos, la sanción de las penas y la reinserción de los infractores, ya que el Estado es el garante de la seguridad pública y el orden social, quien, por medio de esa política criminológica en seguridad pública, establece las bases para coordinar las acciones en materia de prevención del delito, y combate a la delincuencia por medio de las fuerzas públicas en colaboración con los operadores de la procuración y administración de justicia así como de la reinserción del infractor.
Y es tal la importancia que tiene la seguridad pública que constituye uno de los ejes rectores sobre los que se sustentan los Estados Democráticos de Derecho, al encargarse de uno de pilares más importantes de toda sociedad para que esta tenga una adecuada funcionalidad como es el de proveer de las acciones necesarias para cuidar al ciudadano, así como garantizar el orden y la paz públicos, y tiene como fin principal el proteger y cuidar la integridad física y patrimonialmente para que ejerzan sus derechos, respetando en todo momento su dignidad humana y su objeto principal no es otro más que la vigilancia irrestricta de los bienes que una sociedad considera importantes para su mantenimiento, teniendo como premisa principal la prevención de conductas que los puedan vulnerar, como son los delitos, entonces pues el Derecho penal se encarga de castigar aquellas conductas que vulneran los bienes jurídicos aludidos, mientras que la seguridad pública busca que no sean afectados.
Y si razonamos la importancia que tiene un sano Estado de Derecho y una vigorosa seguridad pública, donde sin duda los ciudadanos debemos dejar de mostrarnos ajenos ante las entropías sociales que vivimos y padecemos, haciéndose impostergable el cultivar una cultura de la legalidad respetando el Estado de Derecho e involucrarnos en temas de prevención desde lo individual y colectivo mediante el ejercicio permanente de valores propositivos y un adecuado comportamiento ciudadano que contribuya al fortalecimiento del Estado de Derecho y la prevención, donde sociedad e instituciones colaboren proactivamente en la construcción de esa tan mencionada aunque a veces utópica paz y armonía social.