Gibrán Alvarado
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Para cerrar el año, en la búsqueda de un filme que hubiese sido parte del Festival Sundance, elegí Esto no es Berlín (2019), de Hari Sama. La premisa inicial, aparentemente, forma parte de elementos autobiográficos del director. Esto lo lleva a mostrar el entorno social de los años ochenta en México, las secuelas del terremoto y demás acontecimientos sociales como el Mundial de futbol y los precedentes de las elecciones del 88. En este contexto, se describen las peripecias de unos adolescentes que no encajan con lo establecido… Creo que aquí inicia el problema.
Desde las primeras escenas inician los lugares comunes, un grupo de amigos, obviamente estudiantes de colegio, se enfrascan en una riña, golpes, gritos y un descanso después de la pugna en la habitación de un participante, acompañados de cigarrillos y música, en fin… Más adelante, mientras los dos amigos indagan en las revistas pornográficas del padre, llega la hermana de uno de ellos, los reprende y se aleja, mientras se besa con su novio y sí, un pobre adolescente está enamorado de la hermana de su amigo… Podría seguir narrando la trama y sería toda una serie de lugares comunes.
Continúo, un profesor de literatura que pide a su alumna leer sólo autores que formen parte del canon, pareciera que estoy leyendo uno de los libros de José Agustín, literato que formó parte de lo que Margo Glantz denominó “Literatura de la onda”, la cual, considero, ha envejecido mal. Si a esto le añadimos que la película se desarrolla a partir de un contexto clasemediero alto, de niñitos que van a colegio particular, yo diría que todo el contexto sería algo así como “fresa-ñoño”, con vocabulario que va de una novela de Agustín a un capítulo de La rosa de Guadalupe.
De una familia tradicional de madre sumisa y padre machista, a unos hijos rebeldes e incomprendidos que asisten a festivales clandestinos de la música de moda, en los que descubren su sexualidad y experimentan con drogas. Es evidente que no hay nada nuevo bajo el sol, prueba de ello pueden ser las propuestas de Vladimir Propp o Joseph Campbell, pero hay de fórmulas a fórmulas. Esto no es Berlín me perdió desde los primeros minutos, esperaba más de una película que estuvo nominada a varios Ariel y formó parte de diversos festivales. Ni modo, ahí será en la próxima.
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Con esta reseña, cuento treinta en la página de puntos suspensivos, ojalá que los lectores hayan encontrado en mis escritos un aliciente para acercarse a las películas comentadas, espero regresar en enero con “lo mejor de 2023”, gracias por sus lecturas, gracias al equipo de puntos suspensivos por el espacio.
Felices fiestas.