ANA VALERIA BADILLO REYES
Los cuentos son vagabundos y van dejando hijos por todos lados
-Ana María Matute
El cuadro más primitivo de la literatura puede enmarcarse como un grupo de personas reunidas alrededor de fogatas contando historias o leyendas entre ellos, lo cual conlleva dos principales objetivos: el primero pasar sabiduría ancestral y el segundo entretenerse durante las noches de invierno, al ser éstas las más largas.
Estas narraciones que se contaban alrededor del fuego han pasado de generación en generación. Sin embargo, así como algunas se movieron de las fogatas a los hogares, luego a las páginas y finalmente a las pantallas o podcasts, algunas, si no muchas, cayeron en el olvido, ahora gracias a la globalización más que nunca tenemos acceso a diferentes versiones y fuentes en todo el mundo.
El presente trabajo reflexiona sobre cómo las leyendas y cuentos tradicionales del folklor zacatecano viajan, se modifican o adaptan a las necesidades sociales y a la vez forman parte de resistencia cultural en contra de la devastación memorística.que se vive en la actualidad, no sólo en México, sino en el mundo. A la par de discutir la representación de la literatura oral en la zona norte de México y cómo los cuentros tradicionales y leyendas se pueden conservar no sólo en texto escrito, sino de forma íntegra en el acto performativo, gracias a nuevos soportes memorísticos que van de la mano con las tecnologías.
El microcosmos minero se puede visualizar desde varias perspectivas. Tanto en el ámbito económico, como cultural y geográfico, Zacatecas formó un punto clave para la creación de la Nueva España, su abundancia en metales preciosos propició el asentamiento de las minas y la explotación de sus recursos naturales, lo que atrajo una considerable migración de extranjeros, principalmente de la Península Ibérica, al semidesierto mexicano. Dichos factores y sincretismos culturales, se combinaron para conformar los caminos y veredas que ahora se encuentran llenos de leyendas e historias.
Los campos, minas y callejones de Zacatecas encierran sucesos extraordinarios y sobrenaturales provenientes del viejo mundo, que lograron adaptarse a estas nuevas tierras junto con sus viejos y nuevos habitantes, los cuales se volvieron a la vez personajes típicos o emblemáticos que unieron su historia con las cotidianidades humanas, es decir, relatos que se transformaron en anecdotarios que se heredaron y que hoy resurgen para envolver nuestro presente con un pasado que había sido olvidado y que se recupera gracias a la oralidad.
Ademas de considerar la búsqueda y relación entre cuentos tradicionales y memorias como una opción de resistencia ante el ecosistema amenazado, así como de la relación transgeneracional y transterritorial que lleva la tradición oral al ser el vínculo entre abuelos y nietos, los cuales quedan al cuidado uno del otro por cuestiones migratorias específicas del territorio zacatecano. Se sabe que en pleno siglo XXI los estudios de la tradición oral se encuentran consolidados en muchas regiones. Sin embargo, es importante descentralizar estos trabajos para llevarlos a las regiones del centro norte de México, en especial en estados relegados por la industria y la migración como Zacatecas.
No hay estudio por región del país, sino un estudio que engloba como un todo. Ésta en otros corpus o zonas. Por ejemplo, en la obra Cuentos Populares Mexicanos su recopilador, Fábio Morábito, reune 160 cuentos de todo el territorio; sin embargo, sólo agrega dos cuentos pertenecientes al estado de Zacatecas, los cuales además retoma de un archivo del INBA de 1957, dejando de lado las nuevas antologías que pudieron surgir desde aquella época. Su colección se enfoca sólo en el centro y sur del país o algunos estados de la frontera con Estados Unidos, dejando en completo olvido los estados del centro norte y norte del país, como si fuera un abismo donde no existiera registro oral o literario alguno. O como El Consejo Nacional de Fomento Educativo, cuya última antología de leyendas del norte fue una convocatoria de 1996. Además, solo existen tres laboratorios de oralidades: Morelia, Ciudad de México y Colegio de la Frontera, una vez más no hay presencia de alguno parecido en la región centro norte del país.
Es por esto que gracias a dos pilares importantes: Los estudios sobre la memoria y los estudios de la tradición oral, es que existe un respaldo teórico para la conservación y distribución de leyendas y cuentos tradicionales en este caso zacatecanos , así como las características que enmarcan a dichas expresiones literarias y su contexto.
Para evitar confunciones se puede definir los múltiples aspectos que tiene la leyenda, aunque también hay que señalar los que no tiene ni es. “Primero, una leyenda no es un cuento de hadas, las leyendas son historias con una base histórica, que suceden en un tiempo y lugar real que a diferencia del cuento de hadas, este es ambiguo, por eso siempre inicia con “Había una vez”: “La leyenda se distingue del cuento en su motivación. La ocasión de la leyenda es un caso impresionante, histórico o físico, que se novela” (Marcía de Diego, pp. 9).
La leyenda tampoco es un mito que comúnmente es una historia sagrada o una historia fundacional, por lo general es la narración de una carta o escrito que narra cómo una civilización empezó, en otras palabras una historia religiosa. “Estas diferencias características que intentan señalar entre el cuento y la leyenda no arguyen una diferenciación esencial del objeto, porque es evidente que muchas leyendas derivan de mitos, y que muchas de ellas se convierten en cuentos” (Marcía de Diego, pp. 10).
Y por último la leyenda no es una fábula aunque pudiera parecer por los animales con características humanas, ya que estas historias son escritas con el propósito específico de presentar una moraleja o un mensaje por lo general representado por un par o varios animales que hablan. Las mejores leyendas son las que son altamente adaptables y que a la vez habla de verdades fundamentales y preocupaciones que son relevantes para todas las personas sin importar la época.
En el pilar de los estudios de la memoria Para entender a lo que se refiere la memoria, según la primera definición del Diccionario de la lengua española, la memoria es la “facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado” (s. v.), en tanto “capacidad, mayor o menor, para recordar” (Moliner cit. en Jelin, Los trabajos… 18).
En la primera mitad del siglo XX, el sociólogo Maurice Halbwachs y el crítico literario y filósofo Walter Benjamin, publicaron trabajos pioneros sobre la dimensión social de la memoria, así como las primeras consideraciones sobre la transmisión de la propia experiencia y de lo que un miembro de una colectividad escuchó. Pese a que los dos destaquen la importancia de la comunicación oral, se deja vislumbrar en los textos de ambos el germen para lo que a partir de la década de 1980 empezó a llamarse “memoria cultural”, una memoria que no sólo se crea con base en relatos orales y la interacción cotidiana —es decir, el medio de la voz— sino a través del uso de diversos soportes. Éstos permiten almacenar y divulgar las versiones del pasado en espacios más grandes que los que constituyen los entornos de la memoria de los que hablaba Halbwachs.
Por su parte, el antropólogo Jan Assmann describe los procesos de estabilización de la memoria cultural en que intervienen las diversas instituciones y medios, en tanto que Astrid Erll explora los procesos de dinamización de la memoria cultural que se producen en nuestras sociedades actuales mediáticas a través de la remediatización y premediatización, así como la mayor accesibilidad de los medios electrónicos para un amplio público. Así se posibilita articular latencias de la memoria y cuestionarlas versiones hegemónicas del pasado.
En su libro “Teoría general de la cultura”, Jean Assman define la memoria cultural como: “memoria del recuerdo vivo que se articula en la comunicación cotidiana con un lenguaje informal y vernacular. Este tipo de memoria experiencial se articula de forma espontánea y carece de soportes institucionales, ya sea educativos, interpretativos o de transmisión”.
Y que “La memoria comunicativa abarca entre tres y cuatro generaciones y, por lo tanto, aproximadamente entre 80 y 100 años. Es la forma de la memoria que hoy día es objeto de estudio de la Oral History, vertiente de la historiografía que en tiempos de Halbwachs aúm no existía” (Assmann, “Communicative and Cultural Memory”, 112).
Es así que la leyenda es uno de los medios de la memoria más accesibles por entrar en dicha característica de la memoria comunicativa. Dicho esto, en este estudio, el cual engloba las leyendas del Estado de Zacatecas, al igual que las leyendas de cualquier parte del mundo, ayudan a que la memoria de los habitantes y sus antepasados se conserve, así como sus tradiciones y principalmente la explicación de cómo tal cultura se conforma. Esto por medio de clasificaciones y conceptos que con el paso de las décadas se afianzaron en un hibridismo entre sociología, antropología y literatura para dar una explicación más clara sobre los procesos de cómo funcionan la memorias en las sociedades. Lo cierto es que son “constructos discursivos” (Erll 8) que responden a los diferentes aspectos de contextos, disciplinas y áreas del conocimiento.
A este estudio se le llama Cultura del recuerdo, la cual abarca un amplio espectro desde qué se debe recordar hasta qué es lo que se debe olvidar, existen todo tipo de memorias, desde las que se consideran Oficiales o su opuesto, dentro del Contrasistema. Incluso existen las memorias que fueron silenciadas y que ahora se busca rescatar por medio de las voces grupales o individuales. Los géneros memorísticos se ligan intensamente con las historias mínimas olvidadas por las macro historias, pero fundamentales para rellenar los huecos, vacíos u olvidos de los relatos hegemónicos.
El hecho de que una expresión cultural se convierta en un producto global permite encontrar la existencia de un hilo conductor, aquel que lo une todo, el folklor no es la excepción, las leyendas pueden cruzar continentes, culturas y lenguas. Su conservación y análisis no es contemporáneo, pero cabe señalar que no obtuvo una relevancia considerable sino hasta la Época Victoriana.
Victor Neuburg, como uno de los principales folkloristas ingleses, propone una variedad de condiciones que resultaron optimas para la conservación de las leyendas y cuentos populares, y que gracias a ello es que se puede acceder a ellas hoy en día:
“El interés en los cuentros tradicionales era primariamente cultural, pero también social: los cuentros tradicionales eran considerada valiosa su conservación porque era popular. Así un producto del folklor pasó de ser algo prácticamente extinto a un producto de arte” (Neuburg, pp.4).
Con dicha revalorización de lo popular, sería posible la consolidación de la Literatura oral durante el periodo Victoriano, ya que no sólo se le agregó un valor económico, punto importante para un capitalismo naciente, sino también un valor social principalmente didáctico para el grueso poblacional analfabeta, así como un creciente interés por los estudios de las humanidades, todo esto dio como resultado lo que es la Literatura y Popular en la actualidad.
Con estas ideas de mejora, la gente migró del campo a la ciudad, así es como la clase media nació y comenzó a preocuparse por conservar las historias tradicionales, las recolectaron e imprimieron, así es como los cuentros tradicionales o ethnopoemas nacieron. Debido a estos fenómenos sociales las leyendas han sobrevivido por miles de años y la razón es porque nos ayudan a pensar en los problemas fundamentales de la experiencia humana, como lo son la muerte, el amor, lo sobrenatural entre otros tópicos. Es pensar estas producciones culturales en una constante metamorfósis y transformación.
De esta manera se trata de seguir el camino de cómo las leyendas iniciaron en Europa, viajaron durante la conquista, se adaptaron y transformaron por causas económicas, políticas y religiosas, así como sus características culturales y como hoy en día se conservan. Seguir el viaje de los fantasmas que solían aparecerse en castillos y que ahora acechan minas. Las leyendas resultan una literatura trasatlántica, reterritorializada, aquellas que viajan de un lugar a otro.
La inevitable hibridación o sincretismo que sucede durante la conquista y la colonia nos da un rastro aún más ámplio sobre leyendas aún más antiguas o de otros lugares que luego llegaron a la Península Ibérica con alteraciones de por medio. Por lo que si bien podría llegarse a la conclusión de que encontrar la raíz de cada leyenda resulta casi imposible, como menciona Hamish Henderson, “Tratar de recolectar todas estas historias es como “sostener una cubeta bajo una cascada”’, siempre habrá algo que quede fuera de la recolección y será inevitable que se pierda, así como habrá siempre una historia que se cuele ente los recuerdos y sobreviva hoy en día.
Respecto a dicha fluidez territorial en las leyendas, cabe retomar la afirmación que menciona Robert Graves al respecto: “sus nombres y títulos son innumerables”, donde se destacan las múltiples versiones que un solo personaje tiene y que se arraiga en el recuerdo de la sociedad, mas no se limita a un territorio.
De esta manera la tradición oral también es elemento de resistencia. Lo religioso persiste porque siempre da lugar a reinterpretaciones. Los demonios o fantasmas que llegaron en barcos juntos con santos y vírgenes también son parte de este soporte de la memoria, cabe resaltar las innumerables leyendas de cristos salvadores o la de sacerdotes que se encuentran ante lo inesperado.
La memoria y el recuerdo remiten a los pasajes de vida y permiten a las personas construirse en lo que son en la actualidad. Esto pasa de igual forma en las sociedades y en la literatura, son conceptos que se pueden relacionar de manera estrecha, incluso confundir entre una y otra, se asocian a lo que la comunidad utiliza para afianzar tanto sus ritos, mitos, religiones y roles sociales; incluso en estereotipos.
Los cuentos tradicionales, nanas y fábulas tienen características específicas que hace de ellos una forma interesante para que cualquier persona se pueda expresar: son antiguos y democráticos, lo que significa que no tienen autoría, son universales y multimodales a través de palabras, música y gesticulación. También tienen la repetición de palabras, orden, estabilidad, cronotopos, recursos mágicos, como por ejemplo los números. Todas estas características también son parte de la Literatura infantil.
Aurelio Gonzáles puntualiza que esta tradición no se limita sólo a llevar una contraria al texto escrito, sino que: “La especificidad de esta cultura y esta literatura tradicional no radica entonces solamente en su forma de transmisión (por la voz), sino también en que está creada de acuerdo con unos principios particulares, que no son los mismo de la literatura “culta” (Gonzáles, 13). Es por esto que por oral y por tradicional no se deberá entender simplemente lo contrario de escrito u oficial, sino una forma específica de creación literaria y de cultura identitaria para una comunidad más allá de lo puramente lo local.
Es por esto que el objeto de estudio no es tan fácil definir al no ser un corpus que se limite a una sola producción literaria y que va más allá de un proceso recopilación bibliográfica, al también requerir de trabajo filológico y de campo, es necesario realizar grabaciones por la naturaleza oral de las leyendas. Puede sonar reiterativo; sin embargo, todos los libros o pequeñas antologías de leyendas de Zacatecas repiten éste como su título una y otra vez sin dar un pequeño atisbo de imaginación. Por medio de la memoria cultural y la clasificación de leyendas que utiliza el escritor y filólogo Marcía de Diego he descubierto un número considerable de leyendas, las cuales se modifican y repiten en su camino tanto oral como textual.
La clasificación que él propone se divide en siete temáticas que giran desde leyendas geológicas o topográficas hasta leyendas de amor regional o patriótico. Tienen una particular conexión tanto en tiempo como en espacio. Una de las leyendas que más se repiten aparte de La Llorona es la que suele titularse como “Una última confesión” o “Confesión de ultratumba” (Arellano p 21), en la cual las versiones más actuales se renombran como “La autoestopista” (Pedrosa 188) o “La visita al panteón”. Las historias giran en un núcleo en común, en el que el protagonista tiene un acercamiento con una aparición a la cual ayuda sin estar consciente de ello.
Los literatos y folkloristas intentan realizar este mismo proceso, ir hasta las raíces, el ADN de una historia y ver sus evoluciones, mutaciones y eliminaciones. Se puede decir que se busca obtener un árbol familiar de cada leyenda que se mueve principalmente entre tres continentes: América, Europa y Asia, donde se desarrollan pequeñas ramas con detalles que se agregaron o se perdieron.
“El aspecto local de la leyenda en muchos casos es borroso o nulo; pero en otros va marcado con tales riesgos, que se ha podido averiguar por él el punto de procedencia de tal versión. No sólo el que da forma a una leyenda, sino el recitador que la transmite gusta de puntualizar con datos locales su relato y a veces deja en ella señales inconfundibles de la región o de la localidad” (Marcía de Diego, pp.12).
Por ejemplo las características geológicas y geográficas particulares que tiene el estado de Zacatecas, al ser un estado rico en metales preciosos permitió generar leyendas que giraran en torno a minas, metales y seres sobrenaturales que habitan sus cerros, esto dio una personalidad a la ciudad; sin embargo, dichas leyendas también se replican en otros lugares.
A veces se adquiere el miedo de pensar que la conservación de leyendas es querer rescatar cenizas que se deshacen en las manos, el aferrarse al pasado lacerante una y otra vez para recordar que ése no era el destino de muchas historias, pero no es así, no se busca abrir viejas heridas, sino conservar lo que nos proporciona el pasado para encontrar nuevas formas de narrar en el presente. Todas las leyendas tienen algo de misterio, terror y magia en ellos.