
Por: Isaluna Torres
Amigos, tengo que contarles algo impactante sobre la empresa Kimberly-Clark! Resulta que esta reconocida compañía, conocida por sus productos de papel y desechables, ha estado lucrando con nuestra sangre menstrual. Sí, así como lo oyen.
En medio de un floreciente informe trimestral, la empresa Kimberly-Clark de México ha sido objeto de crecientes críticas debido a sus prácticas comerciales y su impacto en el acceso a productos de gestión menstrual. El gigante fabricante y distribuidor de productos desechables ha sido señalado por su participación en reuniones secretas, su recepción de apoyos gubernamentales cuestionables y su influencia en la asequibilidad de productos esenciales para la higiene y la salud menstrual.
Durante el período de 2008 a 2014, Kimberly-Clark de México lideró una colusión de precios en el mercado de productos sanitarios, según lo revelado en el expediente IO-004-2017 de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece). Directivos clave de la empresa, entre ellos Fernando González Velasco, entonces Director de Ventas de Productos al Consumidor de KCM, organizaron reuniones secretas con otras compañías, como Productos Internacionales Mabe y Essity Higiene y Salud México. Estas prácticas antiéticas aumentaron artificialmente los precios y limitaron la competencia en productos como pañales para bebés y artículos de gestión menstrual e incontinencia. Esta manipulación de precios fue sancionada por la Cofece, que impuso una multa de 100 millones 935 mil pesos a Kimberly-Clark de México, mientras que González Velasco y otros directivos también recibieron multas individuales.
Estas revelaciones plantean serias interrogantes sobre la ética corporativa de Kimberly-Clark y su compromiso con el bienestar de los consumidores. Las prácticas colusorias y la manipulación de precios perjudican directamente a los consumidores, especialmente a aquellos más vulnerables, al dificultar su acceso a productos esenciales para la gestión menstrual. La confianza en la industria se ve socavada y se plantean preocupaciones sobre la responsabilidad social de la compañía.
Otro aspecto polémico que ha generado controversia es la recepción de un generoso subsidio gubernamental por parte de Kimberly-Clark de México. Durante el Gobierno de Felipe Calderón, la empresa obtuvo un subsidio de 36 millones de pesos a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en 2009. Este subsidio tenía como objetivo mejorar los pañales desechables y el papel higiénico, principales productos fabricados por la empresa. Sin embargo, el otorgamiento de este subsidio plantea serias preguntas sobre la equidad en la asignación de recursos gubernamentales y el posible favoritismo hacia empresas familiares vinculadas a la política. La relación entre los propietarios de Kimberly-Clark de México y la política es evidente, ya que Claudio X. González Guajardo, hijo del propietario Claudio X. González Laporte, lidera actualmente la alianza PRI-PAN-PRD.
El impacto socioeconómico de estas prácticas comerciales y gubernamentales no puede pasarse por alto. Los 36 millones de pesos otorgados a Kimberly-Clark de México representan una suma significativa, equivalente a aproximadamente 43 años de trabajo para un empleado que percibe el salario mínimo diario en ese momento. Esta asignación de recursos plantea interrogantes sobre la priorización de empresas familiares y la falta de transparencia en la asignación de fondos públicos, especialmente considerando las necesidades apremiantes de acceso a productos de gestión menstrual para personas de bajos ingresos.
La consecuencia directa de estas prácticas y asignaciones dudosas es el impacto en el acceso a los productos de gestión menstrual. La falta de asequibilidad y disponibilidad adecuada de estos productos básicos puede agravar la pobreza menstrual y perpetuar las desigualdades sociales. La gestión menstrual es esencial para la salud y el bienestar de las personas menstruantes, y la limitación de su acceso tiene implicaciones negativas para su calidad de vida y su participación plena en la sociedad.
En conclusión, Kimberly-Clark de México enfrenta serias críticas debido a sus prácticas comerciales y su impacto en el acceso a productos de gestión menstrual. Las reuniones secretas y la manipulación de precios reveladas por la Cofece, así como la recepción de subsidios gubernamentales cuestionables, plantean serias dudas sobre la ética corporativa de la empresa. Es imperativo que se tomen medidas para garantizar la transparencia en las prácticas comerciales y promover un acceso equitativo a productos esenciales para la gestión menstrual. Sólo así podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde la salud y el bienestar menstrual sean una prioridad para todas las personas.