ANA RODRÍGUEZ MANCHA
La etapa adulta es considerada como una de las más productivas en los diferentes ámbitos, es ahí donde se alcanza una estabilidad psicológica, física, económica y social de manera relativa, ya que permite de cierto modo, un equilibrio en todas las esferas del individuo; pero paradójicamente es la etapa que menos se disfruta, por la amplia gama de responsabilidad que trae consigo. El adulto o adulta, en el afán de cumplir con los roles de responsabilidad en todas las esferas sociales, centra la mayor parte del día en actividades propias del trabajo dentro de un horario laboral, presentar proyectos al jefe, cumple metas y obligada a dar resultados positivos en cada actividad, y aunado a lo anterior, la familia como eje principal de la sociedad, no queda excluida de estos roles y funciones que deberán cumplir a cabalidad, como lo son la educación basada en valores, el cuidado de la alimentación y la actividad física, el afecto a todos los miembros de la familia, el tiempo de calidad y las labores domésticas de supervivencia y un largo etc. de actividades dentro del concierto social.
Donde sin duda todo este cúmulo de actividades y emociones se ve reflejado en la salud, y en la mayoría de las veces el adulto no dimensiona el daño oxidativo que le ocasiona a sus células al presentar un ritmo de vida tan ajetreado y acelerado, con estrés laboral constante, desveladas continuas y ayunos prolongados que impactan en el cuidado de su salud.
La hipertensión arterial sistémica es considerada como el asesino silencioso y es la causa más común de atención en el primer nivel de cuidado médico. En México se reporta más de 30 millones de personas con elevación de la presión, donde el 45 por ciento desconoce padecerla; lo que equivale que una de cada cuatro personas vivan con este padecimiento; el costo estimado para su manejo va desde $ 3,490 pesos per cápita para los casos de hipertensión arterial sistémica no complicada y de $ 67,063 per cápita para los casos complicados. El costo de esta enfermedad y sus complicaciones se acerca a los 24 mil millones de pesos, lo que representa el 6.8% del presupuesto total de la federación.
La hipertensión arterial sistémica se ocasiona cuando las arterias se hacen rígidas y no dejan pasar el flujo de sangre de manera normal, haciendo que el corazón haga un gran esfuerzo para bombear la sangre, presentando un riesgo elevado de daño al cerebro, riñones y al mismo corazón. El principal factor de riesgo de este padecimiento se encuentra en la historia familiar de primer grado, el tabaquismo, la edad a partir de los 40 años, obesidad, sedentarismo, estrés constante y presentar de manera concomitante enfermedades como diabetes mellitus, enfermedades renales o cardiovasculares.
En muchas ocasiones se presenta como un enemigo silencioso, ya que más del 80 por ciento de los pacientes son asintomáticos, pues no presentan cambios evidentes en su salud, pero en la medida que avanza la enfermedad los síntomas afloran, mermando la calidad de vida y el desempeño laboral; algunos síntomas son dolor de cabeza, zumbido de oído, sensación de ver lucecitas, vómito, náusea, sangrado nasal o conjuntival, palpitaciones, cansancio, confusión, ansiedad y dolor de cuello que se irradia a brazo izquierdo. El diagnóstico deberá hacerse por un médico o médica que en base a la sintomatología y valores de la presión arterial detecte por arriba de 130/80 mmhg, por lo cual iniciará un plan personalizado de seguimiento según cada caso en particular.
De lo anterior se hace necesaria la importancia de la detección temprana de este padecimiento, para evitar las complicaciones como el infarto agudo al miocardio o evento vascular cerebral. Para cuidar tu presión arterial es muy importante cambiar tus hábitos, como alimentarte sanamente, agregando verduras al menos tres veces al día, frutas dos veces al día, leguminosas tres veces por semana, cereales integrales, consumo de carne blanca como el pollo o pesado, evitar grasas de origen animal como la crema, mantequilla, mayonesa, manteca, tocino, reducir el consumo de sal, embutidos, agua mineral, sal inglesa, concentrados de consomé, mantener un peso adecuado, realizar actividad física con regularidad, dejar de fumar, así como tu salud emocional, igualmente y no menos importante deberás acudir a una consulta preventiva de seis meses a un año, con tu médico o médica de familia a fin de estar monitoreando que tu estado de salud sea el adecuado y por ende decir juntos salud a la prevención.