DORALI ABARCA
La película Hojas de otoño de Aki Kaurismäki ofrece un ejemplo fascinante de cómo su cine refleja la filosofía existencialista de Albert Camus. En esta obra seguimos la historia de un hombre solitario y taciturno llamado Nikander, quien se encuentra atrapado en una existencia monótona y sin rumbo en la ciudad de Helsinki. Nikander trabaja como guardia de seguridad en un almacén y su vida parece estar destinada a seguir un curso predecible y desprovisto de significado.
La conexión con la filosofía de Camus se evidencia a medida que Nikander enfrenta la absurdidad de su propia existencia. Aunque lleva a cabo su trabajo diario y se relaciona con otros personajes, incluido un joven delincuente llamado Ilona, Nikander se encuentra en un estado de desapego emocional y resignación frente a las circunstancias de su vida. Esta sensación de alienación y falta de propósito refleja el concepto camusiano del absurdo, donde los individuos se enfrentan a un universo indiferente y sin sentido.
A lo largo de la película, Kaurismäki utiliza su estilo distintivo, caracterizado por diálogos minimalistas y una estética visual austera para resaltar la desconexión emocional y la soledad que experimentan sus personajes. Sin embargo, a pesar de la aparente falta de acción en la trama, este filme nos invita a reflexionar sobre las complejidades de la condición humana y la búsqueda de significado en un mundo aparentemente carente de él.
En este sentido, la película no sólo sirve como una expresión artística del existencialismo, sino también como un recordatorio de la importancia de confrontar el absurdo de la vida y encontrar significado en las relaciones humanas y las pequeñas alegrías que podemos encontrar en medio de la desolación. En última instancia, Hojas de otoño nos insita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y las elecciones que hacemos en un mundo donde la incertidumbre y la falta de sentido son una realidad activa.