PERLA YANET ROSALES MEDINA
Hace unos días asistí a una cátedra en la universidad donde estoy realizando mis estudios de posgrado. La conferencia fue impartida por el Profesor Ernesto Altshuler y llevaba por título «Hormigas en Pánico». Desde el principio, me llamó la atención este título, ya que resulta bastante didáctico y parece ir en contra de la corriente en un ámbito donde las sesiones suelen ser altamente especializadas y ostentan títulos llenos de tecnicismos (aunque esto depende del expositor y de cómo desea comunicar su trabajo).
El Profesor Altshuler lleva a cabo sus investigaciones en Cuba, un país donde el presupuesto para la ciencia es aún más limitado que en México. Sin embargo, demuestra que el talento de los científicos va más allá de las barreras económicas (aunque no debemos romantizar la idea de que las cosas pueden lograrse sin presupuesto). La investigación en la que estaba trabajando Altshuler intenta describir el comportamiento de las hormigas cuando son perturbadas por un agente externo. Además, busca explicar cómo se comunican para encontrar alimento, realizando experimentos que exploran el papel del contacto entre ellas, como poner una barrera que sólo permite el contacto a través de las patas y antenas de las hormigas.
Personalmente, rara vez me había cuestionado la existencia de las hormigas, pero después de la conferencia, no sólo me pareció necesario, sino también justo, conocer más sobre ellas. Descubrí que una de las cosas más fascinantes sobre las hormigas es su forma organizativa, que podría considerarse un ejemplo para formar sociedades más funcionales. La cohesión entre estos organismos es sorprendente; su organización es tan eficiente que podríamos decir que funcionan como un solo ente. Aquí es donde surge la pregunta: ¿hasta qué punto estas sociedades son un ejemplo a seguir para nosotros, los seres humanos? La sociedad que forman es tan funcional que no son individuos. Este planteamiento conduce a una reflexión más profunda: en las sociedades humanas, a mayor libertad, menor cohesión social, y a mayor cohesión social, menor libertad. Es una perspectiva compleja que exige un análisis profundo, pero ¿quién estaría dispuesto a perderse a sí mismo para ser parte de una masa? Sin embargo, al explorar las ideas sobre la libertad y el individualismo, me di cuenta de que la concepción del yo vs. el nosotros es inherentemente occidental. Cualquier análisis que realice estaría sesgado por mi cultura y mi falta de comprensión de la cultura oriental.
Las colonias de hormigas funcionan de manera eficiente porque cada individuo tiene predefinidas en su ADN las tareas que debe desempeñar. Formar parte de este conjunto estructurado les permite sobrevivir de la mejor manera posible. Sin embargo, esta división del trabajo tan precisa en las hormigas no es directamente comparable con la división del trabajo en las sociedades humanas. A diferencia de las hormigas, ninguno de nosotros tiene asignadas de manera explícita en nuestro ADN las tareas que desempeñaremos en nuestras sociedades.
Perseguir la libertad individual no debería significar desconectarse del bien común. Al descubrir cómo nuestros dones y talentos pueden servir a los demás, podemos encontrar una satisfacción más profunda y significativa. A diferencia de las colonias de hormigas, que funcionan instintivamente, los seres humanos tomamos decisiones sobre nuestro propio destino y colaboramos en sociedad de manera consciente.
En este punto, el planteamiento es si somos lo suficientemente conscientes como para construir una sociedad enriquecedora para todos. Reconocemos que no tenemos un chip que nos hace iguales, y que no estaremos de acuerdo en todo. Sin embargo, podemos respetar y aceptar la libre expresión, llevando a cabo acciones que nos afirmen como individuos sin dañar el esquema colectivo.
Aunque las hormigas tienen mucho que enseñarnos sobre la responsabilidad individual en el trabajo en pro de la sociedad, también nos corresponde descentralizar nuestro pensamiento de la individualidad como el único camino hacia la libertad. Aunque éste no sea un texto explícitamente sobre la libertad, para desafiar mi propia línea de pensamiento, aquí guardo la definición de libertad que nos entrega Lacan: “pretenderlo lo esfuma”.
En última instancia, la reflexión nos invita a encontrar un equilibrio entre la libertad individual y la colaboración colectiva, reconociendo que ambos aspectos son fundamentales para una sociedad verdaderamente enriquecedora.